Capítulo 45

14.8K 1K 560
                                    




- ¿Cómo? – preguntamos todos, totalmente impresionados.

- Eh, ¿qué? – trató de disimular Almudena.

- Acabas de decir que Andrés y tú estáis saliendo – recordó Celia.- A partir de ahí, lo que quieras.

- Eh, esto... pensé que era el momento de las confesiones – reconoció.

- ¿Es verdad? – pregunté mirando directamente a Andrés. Su silencio nos dio la respuesta que esperábamos.- ¡QUÉ FUERTE! – y me lancé a abrazarlo.

- ¡Menuda emoción! – dijo Andrés, descubicado.

- ¿Y esto cuándo ha empezado? – preguntó Albert.

- Bueno, a ver, durante el viaje a la nieve... No sé, antes éramos muy... no sé, siempre nos hemos llevado super bien, pero en este viaje, hemos visto que es algo más que eso – confesó Andrés, dándole la mano a Almu con fuerza. Mira, ¿podía ser más bonito esto? Imposible.

- ¿Lo sabía alguien más? – pregunté.

- Sois los primeros – respondió Almu con un toque de orgullo.

- Jo, qué bonito – dijo Cris, al borde de la lágrima.

- ¿Y a esta que le pasa? – se extrañó Almudena.

- Déjala, que es muy sensible la chica – añadió Celia.

- Aún estoy esperando que me digáis de qué hablábais...

            Y zas, así, de repente, volvió la tensión que habíamos olvidado. Celia, Cris y yo nos miramos. Cris no sé, pero Celia parecía decirme con los ojos que, o se lo decía ella, o se lo decía yo. Bueno, pues ea, nos ha jodido. Me va a tocar ser el malo.

- A ver, Albert... - comencé.

- ¿Qué coño te ha hecho el animal de Diego? – explotó Celia.

- ¡EH! – protesté.

- ¿¡SE LO HAS CONTADO!? – chilló Albert, con una decepción increíble en sus ojos. Jope, me dieron ganas de esconder la cabeza.

- No, no, no le eches la peta aquí a Óscar, que lo ha hecho perfecto. ¿Es que no piensas hacer nada?

- ¿Qué está pasando aquí? – preguntó Almu, totalmente perdida, al igual que Andrés.

- Diego y sus colegas, que les gusta ir quemando a la gente, ¿sabes? – bramó Celia.

- ¡Eres gilipollas! – respondió Albert, visiblemente dolido.

- Ah, ¿ahora la gilipollas soy yo?

- ¡Sí! ¿Quién te crees que eres para ir hablando de mis cosas así? ¡Y tú eres peor! ¡ME PROMETISTE QUE NO DIRÍAS NADA!

- Eh, eh, y tú me prometiste que hablaríamos con el dire el primer día, y llevas evitándome todo el día... - le recriminé.

- ¡Ah! Genial. Si quieres también les decimos por qué te estoy evitando. ¿Te parece, Óscar?

            Se hizo el silencio y nos miramos todos, incómodos.

- Es que estoy flipando ahora mismo. Mira, que os den a todos. Sois la polla. ¡Sois la polla! – vociferó y salió de la clase, dando un portazo.

- Puto cabezota – dijo Celia entre dientes.

- ¡Joder, tú también eres la leche, tía! – respondí y salí de la clase, tratando de alcanzar a Albert.

            El pasillo estaba vacío. Lógico. La puta alarma. Anda, que menudas ideítas tenía yo de vez en cuando. Me costó alcanzarlo pero lo conseguí, justo antes de salir del cole.

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora