Capítulo 67

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A ver, no es que yo haya querido este silencio, ¿eh? Es que Celia me soltó esa bomba y se quedó callada media hora. No media hora, pero ya me entendéis, es una expresión. Lo suelta y se queda tan pancha. Espera, que os lo recuerdo.

- Es sobre Albert. Y es muy fuerte.

¿Cómo eres capaz de decirme eso y luego quedarte callada? ¡Estamos hablando de Albert, no de un desconocido!

-¿Sobre Albert? ¿Qué le pasa? –pregunté, entre alucinando y pensando que era una tontería más de Celia.

-Te he dicho que aquí no. ¡A ver si nos va a escuchar! Ven –y tiró de mí como si yo fuera un saco de patatas. Cris se cruzó con nosotros por el camino, se hizo un gesto con Celia (si no fuera porque son ellas, parecía como si hubieran conspirado para matarme o algo así) y nos acompañó hasta el baño de las chicas. Sí, el baño de las chicas. Menos mal que no había nadie. Si querían ser discretas, meter a un chico en este baño no era la mejor opción.

Cuando entramos, Celia no dejaba de dar vueltas y murmurar entre dientes, como eligiendo bien las palabras que me quería decir, y claro, yo no podía estar más nervioso. Cada segundo que pasaba, más pensaba que iba a ser algo terrible. Y bueno, tenía razón, porque terrible era, la verdad.

-Albert sigue sin hablarte, ¿no? –preguntó Cris. –A mí ni me mira.

-Es un cabezota, ya le conoces. Se le pasará –traté de calmarla. Desde luego que era un cabezota, y a veces se pasaba tres pueblos. Pero claro, en esta situación, yo creo que estaba procesando aún que alguien había intentado matarle. Sí, sí. Digámoslo con todas las letras.

-A ver, recuerdas al chico ese con el que no para de hablar Albert desde hace unos días, ¿no? –dijo Celia de repente y se me revolvió todo.

-Sí. ¿Qué pasa con él? –tenía miedo de preguntar la verdad.

-Uf, es que a ver, el otro día... pues... a ver, este es Iván, ¿no? –y me enseñó una imagen en su móvil de Iván.

-Sí. ¿Y? –y la verdad es que era bastante mono.

-Bien, pues mira, yo sabes que soy una desconfiada de la vida, ¿vale? Y lo que más odiaría en este mundo es que alguien hiciera daño a Albert. Bueno, pues cogí la foto y la comprobé con una app que te busca la foto en Google. La verdad es que es muy chula la app, todo hay que decirlo. Con ella he encontrado un montón de...

-¡Celia! ¡Al grano! –chillé.

-Míralo tú mismo. Pasa a la siguiente imagen. –Obedecí y vi la misma imagen de Iván pero en una web de esas de fotos de stock, de esas que se usan en los libros y para hacer memes en Twitter. Sí, era Iván, no había duda. Es decir... ¿me estaba queriendo decir lo que me estaba queriendo decir?

-¿Crees-crees que el tal Iván ese no existe y ha cogido una foto de un banco de imágenes de esos? –al decirlo en alto, me di cuenta de la chorrada que era. En serio, ¿alguien hacía eso que no fuera en pelis de esas cutres?

-Sí, eso es lo que creo. Creemos –dijo, mirando a Cris, que asintió.

-Pero... a lo mejor es que el Iván este es modelo o algo así, yo qué sé. Puede haber mil explicaciones –empecé a decir.

-¿Mil explicaciones? No. Solo hay dos. O es él realmente y es que el chico se ganó un dinerillo haciendo de modeling, o ha mentido a Albert, y no es quien dice ser. Lo que me lleva a la siguiente pregunta: ¿y quién es entonces?

-A ver, frena, Perry –espeté.

-¿Perry?

-El Ornitorrinco. ¿No veías Phineas y Ferb?

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora