Capítulo 85

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Hoy es el primer día en mi nuevo colegio. ¿La verdad? Tengo ganas. Tengo muchas ganas. Era cuestión de tiempo que mis padres decidieran cambiarme y bueno, al fin había llegado el día. Pero llegar de nuevas a un sitio siempre es complicado... ¡Da igual! ¡Eres Aurora Rubio y puedes con todo! Así que, inspirando con fuerza y sujetando la mochila en mis hombros, salgo de casa con la frente bien alta, dispuesta a pasarlo bien y, como poco, hacer amigos.

            Antes de salir, eso sí, he revisado punto por punto mi ropa. Llevo una camiseta super molona de Nirvana, unos vaqueros rotos y mi pelo rubio perfectamente peinado. Quizá demasiado parecida a Kurt Cobain, pero quién sabe. A lo mejor encuentro a alguien al que también le guste Kurt, ¿no? Creo que es buena idea llevar una camiseta con mensaje, porque así, alguien tarde o temprano se me acercará. O eso espero.

            Mis padres se han ofrecido a acompañarme, pero mira, mejor ir sola. Porque que tus padres aparezcan el primer día que vas a tu nuevo cole, pues te baja los puntos de popularidad a menos 20. Y no es plan. No me apetece seguir siendo la pringada. Prefiero llegar sola, para que vea todo el mundo que soy independiente, que soy capaz. Que soy lo más.

            Fran, mi hermano, lleva en este cole desde que era pequeño, y ya es su último curso. Nunca viene mal tener a alguien mayor que te pueda defender si te metes en peleas. Y mira, os voy a confesar algo: yo soy mucho de meterme en peleas. No porque yo quiera, ¿eh? No es que sea la más bruta del lugar y vaya buscándolas, pero oye, muchas veces, pues pasa. Y si está habiendo una injusticia, ¿cómo voy a quedarme parada? No puedo, no soy capaz. Estará en mi ADN. Fran es diferente. Fran es mucho más calmado, mucho más tranquilo, mucho más... zen. Uf, qué rollo, y cómo le envidio a veces.

            Cuando llego al cole, me quedo alucinada. Sí, lo he visto varias veces cuando iba a buscar a Fran, pero yo era pequeña, y bueno, no me acordaba. Pero es que es enorme. Tiene dos patios gigantes en la entrada, y en uno de ellos un árbol enorme. Creo que es un eucalipto. La entrada está abarrotada de gente. Claro, si es que es el primer día. Un grupo de chicos está gritando y riéndose como si estuvieran viendo lo más gracioso de su vida. Al pasar junto a ellos, les veo jugando a la GameBoy. Joder, qué guay. Yo se la pedí a mis padres. Aún estoy esperando. "Los videojuegos y las maquinitas te quitan tiempo de estudio". Sí, claro. ¡Pero si solo saco dieces! Bueno, casi siempre. Últimamente poco, la verdad. De hecho... ¡Bueno, no tenéis por qué saberlo todo sobre mis notas, cotillas!

            La verdad es que no tengo muy claro dónde tengo que ir, salvo que se hará una presentación en el salón de actos y pues supongo que nos darán la bienvenida a los nuevos. Estaría guay saber de antemano quiénes son nuevos y quiénes no, pero eso ya va a ser más difícil. Inspiro hondo y cruzo la puerta exterior del cole, y empiezo a subir la cuesta que lleva al interior del edificio, que es como super antiguo, y tiene un reloj en lo alto. En los patios hay gente jugando al fútbol, y eso que son solo las 9 de la mañana. Claro, es que no solo es primer día para mí sino para todo el mundo. Estaría bien hacer algún amigo antes de entrar. Veo un grupo de chicas y me decido.

-Hola. Eh, ¿qué tal? So-soy nueva aquí.

Las cuatro chicas me miran de arriba abajo, con una cara de asco impresionante y vuelven a darme la espalda. ¿Perdón?

-Oye, perdonad. Es que no sé dónde tengo que ir... -pregunto.

-Que te pires, marimacho –me suelta una de ellas con un desprecio que es que hasta me duele.

            Tardo en reaccionar y pienso en irme y dejarlo estar. Pero no. No, no y no.

-¿A quién llamas marimacho? –respondo.

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora