PROLOGO

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La fuerte brisa de la noche levantaba las cortinas blancas y vaporosas, rozando el cobertor que cubría el cuerpo de una chica con el sueño inquieto debido a una fuerte pesadilla que la hacía retorcerse y gemir. De pronto se sentó en la cama, sudando y llorando, pasó sus manos por el rostro tratando de deshacerse de los retazos de angustia que aún quedaban en su interior, miro hacia todos lados frunciéndole el ceño a las oscuras sombras que rondaban la habitación producto del fulgor de luna que se colaba. Con la mirada perdida, desorientada, acudió a su mente lo que vendría encima apenas despuntara el alba.

Sus sentimientos de desesperación y amargura ya no la hacían enloquecer, ni tampoco la atormentaban, se habían convertido en una parte de ella, arraigándose en su corazón y en su alma, e inquietantemente la hacían sentir mejor. Se sentía aliviada de que estos no le permitieran olvidar su pasado, el dolor... transformándose en un constante recordatorio, era como si estuviera pagando, que se lo debía a él, sufrir tanto como él sufrió alguna vez por su culpa.

La imagen de un chico llenó su cabeza y sus lágrimas comenzaron a caer tibias por su rostro nuevamente, con un gemido se lanzó fuerte contra las almohadas y su mirada quedo perdida en el blanco techo. Recordar los fragmentos la hacían sufrir descontroladamente, pero se negaba a dejar el pasado, a pesar de lo que esto suponía.

Cerró los ojos y respiró profundo tratando de encontrar el sueño perdido, se dio la vuelta quedando de costado mirando el reloj que estaba en la mesita de noche, recién eran las tres de la mañana, le quedaban por lo menos cuatro horas antes de tener que levantarse y enfrentarse a lo que sería su nueva vida. Trató de concentrarse en su sueño, pero era casi imposible, este no venía y pensamientos melancólicos se acumulaban lentamente dejándola un hueco ardiente al centro de su pecho. Quería dormir y ojalá fuera para siempre, sonrió sarcástica... no tenía tanta suerte. Otra lágrima rodó silenciosa por su mejilla y el miedo inundó su corazón. En silencio esperó el alba y junto con ello su destino.

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