INFORTUNIO!!

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No quería salir de su cuarto, estaba harta de todo y no quería ver a nadie. La noche pasada había sido el colmo del vaso que de por sí ya estaba lleno, ¿en que estaba pensando su abuelo cuando invitó a esa perra a quedarse en la casa? Y el muy mujeriego de Eduardo parecía totalmente complacido con la idea. Pero de alguna u otra forma había decido ser fuerte, enfrentaría el día como cualquier otro y todo estaría bien. Sus ojos se empañaron por un momento sintiendo la tentación de hundirse en su nostalgia y hacerse un ovillo sobre la cama y pensar en Sebastián, quería, lo quería tanto, pero ya había estado ahí y no estaba dispuesta a regresar a lo que había sido antes de llegar a la hacienda. Ya tenía dos amigos con los que contaba, había pasado sus días conociendo la chispa burbujeante de María y la felicidad y desinterés de Félix, eso para ella era un logro. Sacudió la cabeza con fuerza y se deshizo de la tentación de sumergirse dentro de sí misma.

Vestida con un suelto pantalón de tela beige, una sudadera sin mangas color negro y armada con sus converse bajó las escaleras. El sol como siempre estaba alto y brillante alimentando con su calor las tierras fértiles. Cuando llegó a la planta baja se encaminó a la cocina a buscar un desayuno tardío, dobló el pasillo que daba a esta y cuando entró, su sonrisa se desvaneció al instante, ya que en vez de estar María esperándola se encontraba la perra en celo.

- ¿Qué estás haciendo aquí? y ¿dónde está María?

- Buenos días también para ti, querida.

- Tengo un nombre, y no es "querida" – Cruzó sus brazos sobre el pecho en clara advertencia. Natalia solo sonrió y siguió bebiendo de una taza que tenía en la mano -¿Dónde está María?

- ¡Ah!, bueno, aquí no había pomelos para mi jugo de la mañana, por lo tanto fue en su búsqueda.

- ¡¿Cómo diablos te atreves?! Ella no es tu empleada.

- ¿Y la tuya sí?

- Claro que no, María es mi amiga.

- Me pregunto por qué la consideras tú amiga – Natalia hizo un gesto pensativo con ironía

– ¿Será porque le pagan por hacer trabajos aquí y no puede negarle sus servicios de amistad a la nieta del jefe?, ¿o tal vez sea por tu carácter dulce...? No, no lo creo.

- ¿Qué mierda estas diciendo?

- Querida, con ese carácter que traes dudo que alguien quiera estar a unos metros cerca de ti.

- Eres una.... – Otra vez la furia la estaba llevando, solo quería abalanzarse contra la bruja y sacarle la sonrisa de su cara engreída, pero si dejaba libre sus instintos, solo le estaría dando la razón.

- Eres una constante molestia para Eduardo y para todo aquel que te tiene que soportar, lo dejaste más que claro desde el principio – Se pasó la mano con manicura roja sobre el cabello – Bueno, después de todo solo eres una chiquilla... una mocosa.

- Tengo noticias para ti, mejor ser una mocosa joven con todo por delante, que una bruja vieja con liposucción, exceso de Botox y tan usada como un trapo viejo – Eliza caminó hacia la puerta silbando tranquilamente mientras Natalia se ponía roja de resentimiento – Adiós...querida.

*****

Entró a los establos enfurruñada, la dicha de haber insultado a Natalia le duró poco. Había encontrado a María por fin, y después de pasar el rato tuvo que dejarla ir ya que esta se estaba quejando que tenía demasiado trabajo. No la retuvo más tiempo y salió de la casa con ganas de hacer su rutina diaria, iría a pasear con "oscuro" y después de perderse un rato por ahí solo esperaría el final del día. Entró a las caballerizas con ánimo y al pararse junto al pajar de oscuro vio que este no se hallaba. Qué extraño, el semental ya había tenido su revisión mensual. Salió hacia afuera esperando encontrar a algunos de los peones para que le dieran una explicación, un muchacho desgarbado de cabello naranja se afanaba sacando balas de heno de una camioneta, pensó que tal vez él sabría algo por lo que se acercó.

HACIENDA RINALDIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora