Un oscuro callejón llevaba hasta una desvencijada puerta solitaria. Ambos hombres caminaron despacio sabiendo que los seguían a discreción, no sabían de qué manera resultaría todo, o si alguien caería, pero de lo que sí estaban seguros era que todo sería una masacre. Los agentes que iban tras él y Sebastián parecían demasiado entusiasmados y prepotentes, pues peor para ellos pensó Eduardo. No tenían idea a lo que se enfrentaban y esas pequeñas armas que lucían tan orgullosamente no les servirían de nada en comparación a las ametralladoras, fusiles y automáticas que encontrarían. Sonrió, se había vuelto un enfermo de amor, pero en el fondo seguía siendo el mismo diablo malvado y sinceramente le importaba un comino lo que sucediera con esos hombres de ley mientras enfrentaran el fuego y le dejaran espacio libre para llegar a su objetivo.
- ¿Estás listo para esto? - Susurró Sebastián llamando su atención.
- Solo avanza y verás.
Sebastián le guiñó un ojo, y ambos hombres sacaron de sus chaquetas fusiles ya cargados y dispuestos que habían escondido con anterioridad sin importarles que añadieran un par de años a sus condenas por portar armas no autorizadas. Llamaron solo una vez a la puerta, un hombre gigantesco de color abrió una pequeña porción de esta sin poner atención.
- ¿Nunca te dijeron que no le abras la puerta a extraños? - Se burló Eduardo.
Demasiado tarde. El sujeto trató de cerrar la puerta, ante la oportunidad abrió fuego junto a Sebastián, con todo el poder que les dieron sus armas echaron la puerta abajo en tan solo segundos y desobedeciendo las órdenes que habían recibido anteriormente, solo ingresaron. Una lluvia de balazos les dio la bienvenida, pero para ambos hombres, que habían sido entrenados en el rigor de combates a mano armada, solo los hacía sentir como en casa. Concentrados y caminando a grandes pasos disparaban, haciendo que todo aquel que se les enfrentara cayera al suelo. Ambos estaban siendo protegidos y severamente custodiados por los agentes de policías que los seguían desde atrás entusiasmados e inspirados por la feroz valentía y agresividad que demostraban el ángel y el demonio. Nadie siguió las órdenes directas del único superior que se hallaba en ese momento gritando y resguardándose de toda la lluvia de sangre, polvo, y balas, todo plan o protocolo se fue al mismo carajo, todo se había convertido en una lucha encarnizada haciendo relucir el lado más violento y sanguinario de cada uno de los que se encontraba en aquel lugar. Eduardo avanzó matando a diestra y siniestra liberando a la bestia que llevaba adentro, y en cada paso, balazo y golpe llevaba el nombre grabado de la venganza tratando de por fin saciar su sed de matanza y sangre. La fuerza bruta que lo dominaba en ese momento lo hacían parecer aterrador y los hombres de Gustavo poco a poco comenzaron a retroceder dejándolo avanzar. Gritos furiosos provenían desde todos lados, hombres, y hasta pedazos de cuerpos, se encontraban por todas partes inundando todo con aroma a sangre y muerte, pero nada de eso logró que parara, al contrario... lo alimentaba, en ese momento presentó visión túnel con un único objetivo, alcanzó una puerta que se encontraba al final del patio y dos hombres sin armamento se le opusieron decididos a no dejarlo entrar, con furia sacó su Glock, tirando el fusil sin municiones a un lado luego sin darles oportunidad de reaccionar baleó al primer tipo mientras que al otro le lanzaba una feroz patada en el vientre, dejando muerto a uno e inconsciente al otro. Caminó unos pasos, pero se devolvió y disparó a quemarropa al hombre inconsciente, hasta que por fin abrió la puerta ingresando al interior de aquella casona. El ambiente oscuro del interior lo embargó dejándolo quieto por unos segundos, el ruido solo provenía desde afuera, donde los hombres seguían batallando. Sintió un empujón en su hombro, volteó rápidamente encontrándose con Sebastián, su cara morada daba cuenta de los golpes que había recibido en la trifulca.
ESTÁS LEYENDO
HACIENDA RINALDI
RomanceEliza Rinaldi no puede olvidar su trágico pasado, todo el mundo estuvo en contra de su romance con un chico que parecía un verdadero ángel. Eduardo, administrador, socio y mano derecha de Hermes Rinaldi, hombre frío, cruel y cínico,,Y AMIGO, tendrá...