Más allá de la media noche, recostado en su cama y con su cuarto a oscuras, alumbrado solo por unos potentes rayos de luna entrando por su ventana, los pensamientos sombríos lo invadían, ¡qué locura cometió! Negó arrepentido de haber dejado aquella llave en esa mesita, quiso que Eliza supiera que a pesar de todo lo dicho la estaba esperando, pero las luces de la tarde se fueron dando paso a la noche y ella no se presentaba. Tuvo la pequeña esperanza que ella tirara todo por la borda y llegara a sus brazos, la amaba poderosamente... siempre fue un hombre egoísta y malvado viviendo en aquel mundo oscuro, y no tendría escrúpulos ni la mojigata modestia en no tomarla y aceptarla para siempre dentro de su vida. Si ella accedía voluntariamente a tomar todos los peligros que conllevaría eso como la consecuencia de estar con él mientras tuviera vida, nadie jamás podría tocarla ni dañarla, la defendería ferozmente. Ya no importaba como terminaba todo, solo importaba el cómo viviría hasta ese momento, no tenía nada más que dar.
La puerta de su habitación se abrió de pronto, haciendo que se incorporara en alerta. Quedó paralizado cuando una bella chica de piel marfileña, ojos de gato color miel y figura curvilínea, envuelta en un largo camisón de gasa blanca, cruzó la puerta parándose al medio de la habitación. Quedó hipnotizado, la luz de la luna cayó sobre ella iluminando la delicada tela del camisón, haciéndolo traslúcido provocando que su figura se pudiera adivinar haciéndola casi irreal. Pestañeó sin realizar ningún movimiento, pues si era un sueño no quería despertar jamás. Ella tampoco se movió, solo lo miró intensamente durante una eternidad oyéndose solo un susurro que rompió el silencio de la habitación.
- Acepto, lo acepto todo, yo te amo...si se nos permite cualquier cantidad de tiempo, quiero pasarlo junto a ti de la forma que sea.
Levantándose lentamente de su cama se acercó despacio. Cuando estuvo lo bastante cerca, con sumo cuidado, levantó una mano para acariciar la suave mejilla.
- Esta vez no te permitiré dar vuelta atrás...después de esto me pertenecerás, ¿estás segura de que lo deseas?
- Con todo mi corazón.
Eso fue todo, ella rodeó aquellos hombros gigantes entrelazando sus manos al cuello y aplastando sus labios contra los de él. La besó salvajemente inundando su boca de sensaciones que bajaban extendiéndose por todo su cuerpo, la alzó suavemente caminando hacia su cama, depositandola y sin dejar de mirarla se alzó con su cuerpo sobre ella. Comiéndosela con profundos ojos negros, bajó su cabeza besándola en la boca ávidamente, ella no opuso resistencia cuando sintió una mano áspera sobre su muslo levantándole el camisón lentamente. Respiró profundo cuando este salió por su cabeza, quedándose quieta bajo el escrutinio.
- Jamás he visto nada más bello que tú, Eliza.
Bajó su cuerpo alineándolo con el de ella, comenzó a besarla suavemente y a medida que lo hacía, el calor empezó a cobrarles significado. Los besos tiernos se volvieron violentos sumergiéndose en una guerra que ninguno de los dos ganaba o perdía. Eran las apasionadas sensaciones apoderándose de los amantes.
Su mano subió por un muslo suave, ella se retorció no sabía en donde besar, ni estaba segura qué hacer, por lo que solo cerró sus ojos y se entregó por completo a sus instintos. Besó, lamió y mordió en cada pedazo de piel que se le presentaba, sintió su piel caliente y afiebrada. Uno de sus senos lo sintió húmedo, provocándole cosquillas que viajaban hacia su pelvis. Su boca fue tomada nuevamente, comenzó a sollozar. Eduardo, como siempre le causaba ardor en donde tocaba.
- Abre los ojos, pequeña – En su cielo privado sintió la orden, pero obedeció sonriente ganándose una de las sonrisas retorcidas que tanto amaba. Era acariciada suavemente en su hombro izquierdo y aquella mano empezó a descender demorándose un momento en su seno, la caricia siguió bajando hasta que llegó a aquel punto escondido entre sus piernas. Sintió una suave presión, y luego su locura comenzó cuando comenzó a ser masajeada justo donde más lo necesitaba. Trató en todo momento de tener los ojos abiertos, pero le era imposible, su éxtasis no lo permitía, el calor junto con la necesidad se acrecentaron, quiso ser consciente de lo que estaba sucediendo por lo que abrió los ojos nuevamente, convirtiendo ese simple gesto en su perdición, pues Eduardo la miraba desde su altura sonriéndole traviesamente regalándole un guiño, y luego, sin dejar de mirarla tomó un seno en su boca. Se estaba quemando viva por dentro, sus brazos y piernas hormigueaban convirtiéndola en una salvaje, entrelazó una pierna alrededor de la cintura de él haciéndolo que estuviera mucho más cerca y apretada al duro cuerpo que la estaba cubriendo, el ritmo de la mano aumentó y su centro se volvió líquido...Su cuerpo latía, algo caliente estaba viniendo, sus músculos se contrajeron y ya no pudo pararlo, estaba llegando con fuerza, levantó las caderas buscando mucho más de lo que estaba recibiendo, Eduardo la besó profundamente y en ese momento todo explotó en uno de los más sensuales placeres que hubiera imaginado. Eduardo, perverso, no la dejó ya que mientras ella seguía con espasmos bajó lentamente su cabeza lamiendo su ombligo, siguiendo con su vientre hasta que se encontró con su monte de venus, sonriendo se agachó y posó sus labios sobre la convaleciente zona, gimió fuerte cuando sintió un dedo dentro de ella mientras era lamida, la quemazón estaba volviendo con más fuerza buscando su revancha. Por un segundo creyó que no podría soportarlo...pero fue inevitable que quisiera experimentar aquella deliciosa quemazón, sus músculos se apretaron con fuerza y su cuerpo tembló cuando recibió su segundo orgasmo colmándola hasta los mismos dedos de los pies.
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HACIENDA RINALDI
RomanceEliza Rinaldi no puede olvidar su trágico pasado, todo el mundo estuvo en contra de su romance con un chico que parecía un verdadero ángel. Eduardo, administrador, socio y mano derecha de Hermes Rinaldi, hombre frío, cruel y cínico,,Y AMIGO, tendrá...