El vuelo por fin aterrizó. Tal como había prometido Hermes se encontraba totalmente solo en aquel viaje. Una muy coqueta azafata le indicó que podía descender, y antes de hacerlo se puso sus gafas de sol oscuras. El aire le resultó pesado, aún no podía creer que estuviera en aquel lugar cuando solo horas atrás estuvo muy cómodo entre los brazos de su mocosa. Decidió abandonar todos los pensamientos sobre ella y concentrarse en lo que venía a continuación. Levantó la mirada caminando con energía a través del aeropuerto buscando alguna señal, no encontró nada. Ceño fruncido, dio unos pasos más ya un poco furioso, un taxista se apresuró a encontrarlo con alegre expresión, pero de inmediato paró en seco decidiendo que le causaba demasiado temor ofrecerle sus servicios a aquel hombre tan intimidante. Eduardo miró hacia todos lados, cuando imprevistamente una mano se posó en su hombro, por instinto se giró haciendo una dolorosa llave en el brazo a quien se atrevió a tocarlo, el hombre chilló cayendo al suelo.
- Maldita sea, Eduardo...
Este levantó una ceja y lo mantuvo en esa dolorosa posición un segundo más.
- Jamás me toques de improvisto...además, te lo mereces por hacerme esperar tanto.
El hombre se paró del suelo sacudiéndose los pantalones, acercándose y dándole un corto abrazo mientras lo besaba en la mejilla.
- Como siempre, es un gusto verte, amigo.
- sí, tenemos que partir de inmediato.
- Claro...sígueme.
Eduardo caminó a su lado llegando a un furgón negro con vidrios polarizados, ambos hombres subieron acomodándose. Partió inmediatamente dejando el aeropuerto atrás. El extraño hombre sacó de su bolsillo un cigarro y después de encenderlo observó al hombre que tenía frente a él y sonrió.
- Pero que gusto amigo tenerte de vuelta por estos lugares, estuviste muy desaparecido.
- Sí, ya sabes...la hacienda es mi lugar.
- ¿Cómo está el viejo Hermes?
- Creyendo que estás bajo cinco metros de tierra y tu carne devorada por gusanos.
- Claro...claro – El sujeto rió estruendosamente – Jamás le dijiste, te lo vuelvo a agradecer y estoy honrado que me des la oportunidad de saldar mi deuda.
- Sí, detesto tener que ponerte en un problema de esta índole – Eduardo miró hacia afuera para luego concentrarse en su amigo - ¿Sabes lo que haremos esta noche?
- Aún no me explicas bien de lo que se trata.
- Te seré sincero...trataremos un temita en el que están involucrados los colombianos.
El hombre se cruzó de piernas un tanto nervioso, asintiendo con su cabeza preparado para seguir escuchando.
- Creo que me tienen preparada una emboscada, y puede que detrás de esto esté metido "ángel".
El hombre soltó su cigarro, y luego saltó tratando de apagarlo quemándose un poco la mano por la sorpresiva reacción.
- Vaya...así es que "ángel" ¿Estamos hablando del mismo que controla casi toda América, y quien tiene a más de mil hombres bajo su cargo? – Preguntó nervioso mordiendo su uña.
- Ese mismo.
Lo miró con miedo tratando de asumir la idea de que se metería en la boca del lobo por voluntad propia, nadie en su sano juicio quería estar en malos términos con el famoso príncipe narco de Latinoamérica...se imaginó un futuro en donde su cuerpo era mutilado y sus extremidades quemadas.
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HACIENDA RINALDI
RomanceEliza Rinaldi no puede olvidar su trágico pasado, todo el mundo estuvo en contra de su romance con un chico que parecía un verdadero ángel. Eduardo, administrador, socio y mano derecha de Hermes Rinaldi, hombre frío, cruel y cínico,,Y AMIGO, tendrá...