AFLICCIÓN

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Con sus manos ya arrugadas, debido a la vejez, sostenía el teléfono casi temblando por la emoción, pues hace al menos unos veinte minutos venía conversando con Natalia de lo que estaba sucediendo. 

- Bien, ¿me contarás dónde te encuentras?

- Sí...justamente de eso quería hablarte, Hermes, ahora mismo estoy en Santiago, pero temo que después de mañana en la noche será imposible encontrarme.

- ¿Qué es lo que sucede?, no tienes que ver directamente conmigo.

- No tengo tiempo para contarte, debes escucharme bien y seguir mis instrucciones.

- Habla, te estoy escuchando.

- Bien, no puedo darte mayores detalles, porque sospecho que en cualquier momento podrían intervenir las líneas y nada es seguro...- Hermes se rascó la barbilla esperando con ansias lo que tenía que decir la mujer.

- Prosigue.

- Sí, tengo información acerca de las armas que entraron al país, al igual que sé cuándo Gustavo entrará a tú territorio.

Hermes se levantó de un salto tomando fuerte el teléfono entre sus manos.

- ¿Cómo? – La vista de Hermes se nubló con sospecha - ¿Cómo es que conseguiste esa información? Es extremadamente desconfiado.

- Bueno...nos topamos en Colombia, yo estaba en ese lugar por algunos asuntos y mantuvo una amistosa conversación conmigo...

- ¿Qué sucedió?

- Me invitó a que pasara la noche con él...y yo acepté, pensé que si me estaba haciendo ese ofrecimiento, bien podría sacar algo en provecho, y así fue – Natalia rió a través de la línea - Cometió el peor error, ya que me metió en su casa sin pensar que yo podría recolectar suficiente información que me sería útil en algún caso.

- Natalia... ¿qué fue lo que conseguiste? Juegas para ambos bandos ¿cierto?

- Me ofendes – Ronroneó a través de la línea – Te debo todo lo que tengo, y te prometo que en estos tiempos de penuria mi lealtad te pertenece...

- De todas formas... ¿cómo conseguiste escapar de sus garras?

- Solo interpreté mi papel de mujer tonta y caprichosa... le dije que ya dos semanas en un mismo país me hacían sentir ahogada, por lo que solo me largué con la promesa de que mi siguiente parada sería en su casa...no sé cómo, pero se lo tragó – Rio estruendosamente.

- No tienes idea a lo que te arriesgas, si se llega a enterar de tu engaño te buscará y te matará...no es un hombre que perdone fácilmente – Tosió audiblemente – Ahora ¿me dirás lo que conseguiste?

- Bueno... lo que tengo es la confirmación de que efectivamente, Gustavo piensa ir en tu contra y hacerte una emboscada en tu propia casa. También conseguí información acerca de las armas que ingresaron a tu territorio.

- Sí, con Eduardo desde el principio presagiamos el ataque de Gustavo...por lo demás, si nos proporcionas la información acerca del armamento, estoy seguro que dejaríamos a los colombianos en clara desventaja.

- Eso es justamente lo que pensé – Se quedó en silencio por un momento - Y por mi seguridad no te preocupes...confío en que no saldrá vivo de esta como para buscarme después.

- Es lo que todos esperamos...que esa lacra desaparezca y que nos veamos por fin libres.

- Si quieres que te dé detalles acerca del paradero de la mercancía, tendrás que mandar a Eduardo que venga a mí.

HACIENDA RINALDIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora