Miguel se llamaba el chico alto que alguna vez había intentado hacerla caer. El día que siguió a la fiesta del colegio lo había averiguado en cuanto entró a la sala de clases. Se había acercado a saludarla atropellando a Sebastián en su carrera, la abrazó efusivamente después de darle un sonoro beso en la mejilla. Sebastián se había quedado observando la escena con sentimientos de posesividad, pero lo ocultó lo mejor que pudo y se alejó abandonándola en compañía de Miguel.
- ¡Hey!, ya nada fue lo mismo en la fiesta después que te fuiste, todos estaban divirtiéndose... excepto yo, ¿Por qué Sebastián te sacó del lugar? Después de todo andaba jugueteando con Carla.
- No lo sé, miguel - Contestó mirando para el lado y recordando el beso de Sebastián, no se atrevía a pensar que había hecho tal escena instigado por los celos.
- ¿No hizo nada malo?
- ¿Qué quieres decir?, cuando dices malo suena...
- A nada, ven.
Tomándola de la mano la guió hasta el fondo del salón donde se encontraba el mismo grupo que no habían parado de acosarla con sus bromas. Sintió ganas de salir corriendo en dirección contraria.
- No pasa nada si vas conmigo, ¿sabes? Mira ella es Juana, Carla, Edith, Tami, bueno y todos los demás inútiles.
Al ser presentada ante ellos se sintió cohibida y solo alzó una mano a modo de saludo, pero las muchachas que le habían presentado la miraron sin ninguna emoción y siguieron conversando entre ellas.
- ¿sin rencores Eliza? - Le habló un chico que le fue presentado como Alfonso.
- Sí... creo... que sí - Envalentonada agregó – aunque no me tienten que puedo ser muy vengativa
Todos la quedaron mirando y estallaron en risas, Miguel le pasó los brazos alrededor de los hombros.
- Siéntate junto a mí
- Pero... no... es que yo me siento del otro lado
- ¿Quieres ir a sentarte junto a Sebastián?, pues ve...
No quería ofender al grupo, debía admitir que la hacían sentir intimidada, pero deseaba dejar de sentirse marginada
- Sí, tienes razón, me sentaré junto a ti.
El profesor ya había entrado y los alumnos dispersos se apresuraron a tomar asiento. En un instante fugaz pudo ver como Sebastián se acercaba a su lado habitual y fruncía el ceño. Se sintió mal al principio, pero se consoló diciéndose que no tenía por qué tomar en cuenta lo que él deseaba pues no existía nada entre ellos, ¿o sí?
Los días pasaron, y cada vez estaba más acostumbrada al grupo, todos eran unos payasos despreocupados que disfrutaban riéndose y lanzando bromas. Sebastián no le había dirigido la palabra en casi tres semanas y se limitaba a ignorarla, esa circunstancia se estaba transformando en una piedra en su zapato porque, aunque lo negara, le importaba y le dolía la forma en que la estaba tratando. Pero de todas formas se negaba a dejar de lado sus nuevos amigos, si era tan popular y era recibido con entusiasmo a donde quiera que fuera... ¿Por qué simplemente no se unía al grupo en el que ella se encontraba?
Unos días después, sentados en el suelo saltándose la clase de deporte, se aventuró a preguntar.
- ¿Por qué razón Sebastián conoce a todo el mundo y todos siempre parecen disfrutar cuando está alrededor pero nunca permanece con nadie constantemente?... ¿con ustedes por ejemplo?
La quedaron mirando como si la respuesta fuera obvia, pero fue Miguel quien contestó.
- No necesita a nadie, y tampoco sabe mantener a los amigos cerca de él... es un tipo raro
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HACIENDA RINALDI
RomanceEliza Rinaldi no puede olvidar su trágico pasado, todo el mundo estuvo en contra de su romance con un chico que parecía un verdadero ángel. Eduardo, administrador, socio y mano derecha de Hermes Rinaldi, hombre frío, cruel y cínico,,Y AMIGO, tendrá...