20 - A kiss on a scar

1.6K 294 13
                                    

Con solo la ropa interior permaneciendo como último obstáculo entre ellos y con Lan Zhan encima de él cubriéndole de suaves besos, Wei Ying apenas era capaz de mantener la boca cerrada. Cortos suspiros escapaban de sus labios cada vez que los contrarios rozaban su piel, besándole, mordiéndole y marcándole. Tenía los ojos cerrados mientras se perdía en el mar de placer que aquellas manos inexpertas le sugerían con sus caricias. La primera vez que lo hicieron, Lan WangJi casi no había sabido cómo tocarle, y Wei WuXian se vio en la tesitura de tener que instruir a otro chico en el curioso arte de la masturbación masculina. Menos mal, había pensado en ese momento, que ambos tenían el mismo tipo de genitales, o si no la tarea se le habría complicado hasta límites insospechados. Por suerte aquella era su tercera o cuarta vez compartiendo cama y las manos del de letras empezaban a desarrollar la misma precisión tocándole a él que la que tenía tocando el violín. —Porque sí, Lan Zhan como todo chico rico perfecto tocaba el violín. Y el piano. Y el guqin. Eso era quizá lo peor de todo. ¿Quién demonios toca el guqin en pleno siglo XXI?—.

La cadena de besos del estudiante de derecho descendió por el vientre ajeno, haciéndole cosquillas al acercarse al ombligo. Wei Ying tenía la piel sensible y algún secreto que otro. Sus hermanos lo sabían, pero quizá habían sido los únicos. Una de las venganzas favoritas de Jiang Cheng por su efectividad eran las cosquillas. Si se sabía dónde tocar, Wei WuXian podía acabar retorciéndose y llorando de la risa en el suelo. Gracias a lo que fuese que estuviese allí arriba, Lan Zhan de momento desconocía aquel rasgo. Aunque si lo supiese en realidad no sería para tanto. En su forma de ser no cabían las maldades ni las burlas, la idea de picar a su novio sencillamente no le entraba en la cabeza. Lo que sí sabía era besarle, besarle y dibujar con el suave roce de sus dientes un reguero de señales rojizas que a la mañana siguiente ya habrían desaparecido. Las que no se marchasen las usaría para presumir sin vergüenza alguna. Wei Ying no estaba dispuesto a ser tan benigno cuando le tocase el turno de comérselo a besos. Estaba deseando marcar aquella piel de alabastro, deseoso de levantarse por la mañana, mirarse en el espejo mientras se lavaban los dientes y contemplar orgulloso las marcas de mordiscos que —estaba seguro— Lan WangJi no se molestaría en ocultarle al mundo. Entre los roces, las caricias y sus propios pensamientos, un gemido llegó a escapársele. Murió al darse cuenta de que su novio se había detenido.

Wei WuXian abrió los ojos, encontrándose a su pareja seria de pronto, entre sus piernas abiertas e incorporada en el colchón sobre sus rodillas. Frunció el ceño, antes de comprender hacia dónde iba su mirada y en dónde estaban sus dedos posados. Con suavidad infinita, con un cuidado con el que nunca nadie le había tratado antes, Lan Zhan acariciaba una cicatriz plateada en su pierna. Parecía temer que volviese a estremecerse de dolor ante el roce. Sin embargo, aunque el recuerdo no fuese agradable —que no lo era, era traumático—, aquello estaba ya más que superado. El único sentimiento que se abrió paso en su mente fue una ligera vergüenza al contemplar como la mirada dorada del de letras se había perdido en la contemplación de las ásperas líneas retorcidas que surcaban su piel. El grosor delataba el tamaño de los colmillos que casi le arrancaron la pierna de niño.

-Fueron los perros del orfanato. -Pronunció sin temblor en la voz, respondiendo a una pregunta no formulada-. Tenía nueve años, el tío Jiang me adoptó unos meses después. Yo solo quería comer, y se ve que ellos también. Antes de que me la curasen, recibí una paliza cortesía del director. Dijo que como tuvieran que llevarme al hospital, me haría de todo menos cosas bonitas, que me daría de comer a sus perros. -Su tranquilidad era sorprendente, y preocupante, en especial teniendo en cuenta su fobia Lan WangJi buscó su rostro con la mirada mientras tragaba saliva de forma apenas visible. Los recuerdos de Wei Ying eran solo suyos, pero deseó compartirlos, deseó poder compartir su carga. Por desgracia, por mucho que le ofreciese su empatía nunca vería al cerrar los ojos aquella enfermería sucia y mugrosa, aquel mendrugo de pan duro y pasado por el que se había peleado con uñas y dientes ni a aquellas bestias negras-. La verdad es que cuando tienes seis, siete, incluso ocho años o nueve, no te das cuenta de lo que significan las cosas. Mejor dicho, no sabes pensarlo. En aquel momento tenía tanto miedo que ni siquiera se me pasó por la cabeza que podría haber llamado a la policía desde el teléfono de la enfermería.

Se hizo el silencio. Lan Zhan volvió a acariciar la vieja herida, recorriéndola con la punta de los dedos.

-Vaya forma la mía de matar el ambiente, la verdad. -Una risa falsa escapó de los labios del futuro ingeniero, tan sardónica como triste-. Perdona que haya sacado esto a la luz. ¿Quieres que sigamos?

El menor de los Lan negó con la cabeza, perdido en la contemplación. Tomó una decisión firme que no le comentaría a su novio, pero que este acabaría por descubrir. Convencido de sus movimientos, bajó la cabeza hasta alcanzar con los labios la piel ajena, llenando de besos la cicatriz. Aquel gesto hizo que Wei Ying se sonrojase más que con cualquier tocamiento erótico. Y sonrió, esta vez de verdad.

Después de eso, Lan Zhan decidió que lo mejor sería preparar un té para los dos y ponerse a ver una comedia romántica de esas que tanto les gustaban.

Kissing [WangXian] [Mo Dao Zu Shi fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora