-Nunca he visto a una persona resistir de esta forma a un tratamiento tan violento.
-Dígame por favor que va a sobrevivir, si muere, estaremos en serios problemas.
-¿Por qué hemos tenido que llegar a esto?
-Se volvió loco, mató a tres enfermeros e...
"Los odio por excluirme de tantas cosas. Los odio y será mejor que me tengan miedo ¡Odio! Estoy lleno de odio y me encanta. La naturaleza humana de la gente es su muerte"
Eric Harris.
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Alan.
Sabía que subiría a la segunda planta y que se quedaría parada frente a la puerta de mi habitación, me hubiese decepcionado si no lo hiciese.
Ah, sigue siendo mi loca.
Le habría tapado la boca para meterla dentro de mi habitación y me la hubiese follado mientras su madre estaba abajo hablando con la mía.
Pero entonces, jodería mi juego, y llevo demasiado tiempo planeando todo esto como para echarlo a perder por un polvo.
Un polvo con Dakota.
Ah, cuando te coja, joder.
Ya se han ido, y el teléfono móvil pende de mis dedos, a las nueve en punto, debo llamarla, es parte del juego que tenemos, aunque ella aun no sabe que se trata de mi.
Cuando por fin la manecilla gira y se coloca en la posición que marca las 21.00, activo el programa que tengo instalado para cambiar la voz, y la llamo por número privado.
¿Que cómo conseguí su número? Fácil, por lo visto lleva desde los dieciséis dedicándose a trabajar en los veranos, así que su currículum estaba subido a la web, lo descubrí cuando introduje su nombre y apellido en la corta hora que teníamos de informática una vez a la semana en el centro de enfermos mentales.
La llamada a penas hace un tono y ella descuelga ansiosa, su respiración se oye agitada desde el otro lado.
-¿Eres tú?-Pregunta en voz baja, se oye música de Marilyn Manson de fondo, seguro que está en el sótano que es su habitación.
-¿Si te pidiese que dejases la puerta trasera de casa abierta, lo harías?
Puedo imaginar su sonrisa al otro lado del teléfono.
-Sabes que sí.
Ah, buena chica.
-¿Qué tal el día de hoy? -Cuestiono, acomodándome en la cama.
