Capitulo 30: ¿Quien es Alan?

23.1K 3.1K 2K
                                    

Dakota.

Estoy terminando de fregar  los platos, la señora mayor que vive con Alan, Margaret, me ha dicho que le gusta mucho mi forma de cocinar. 

Cuando termino de recoger toda la losa y seco bien el fregadero, dejo el paño sucio en el cesto de lavar, mirando con tristeza la silla vacía de Alan, y su plato frente a esta, sin tocar.

¿Dónde está?

Me dejó aquí,  sin más,  me trajo a su casa, comprobó mi estado de salud, contactó con un médico privado que trajo un tal Peter Flich, quien dice ser su abogado, me hizo un chequeo rápido y tomó muestras de sangre para analizar mi estado de salud... y ya.

No han habido besos,  ni caricias, ni promesas, ni...nada.

Simplemente se fue.

Y yo sigo aquí, sabiendo que tengo una familia a la que dar noticias , una vida que recuperar,  unos estudios que retomar, unos amigos con los que volver a contactar ... pero solo puedo estar aquí, en esta casa oscura y extraña, esperando a que regrese él.

A veces, se oyen sonidos en la segunda planta, pasos, puertas abrirse y cerrarse, entonces pienso que él ha llegado y entrado por otra parte , pero no es así,  Margaret no parece asustarse, realmente dudo de que se de cuenta de la realidad tal cual es, creo que su percepción de lo que la rodea es un tanto...diferente. 

—¿Y tú eres la novia de mi niño? —Pregunta, mirándome con una sonrisa, mientras se mece en el sillón.

—Bueno...—Acaricio mis hombros, tengo algo de frío, llevo la ropa de la mamá de Alan.—La última vez que nos vimos, hace mucho, éramos solo amigos, creo que seguimos en ese punto.

—Oh... no se hace todo lo que Alan hizo por ti, siendo solo amigos.

Trago saliva, recordando el círculo de sangre.

Fue tan macabro y horrible.

Pero...¿cómo? 

—Margaret.—Susurro.— No cree que Alan es un poco....¿especial?—Cuestiono, deseosa de entender que ha pasado con él durante todo este tiempo.

—Bastante. 

—¿Ah sí? ¿Por qué? 

—Es muy inteligente.

Suspiro, eso ya lo sé, siempre lo fue, y le admiré en demasía por ello. Me encantaba su mente retorcida y desinquieta, la verdad, es que siempre lograba sorprenderme.

—Estoy de acuerdo.

—Antes vinieron unos chicos, Evans y Dennis, dicen ser amigos tuyos, se alegrarán cuando sepan que estás bien.

Evans...

Dennis...

Una sonrisa se dibuja en mi rostro de oreja a oreja, me muero de ganas por verles, abrazarles y hablar con ellos.

—Pero intenta que no se acerquen demasiado a Alan, por favor.—Añade.

—Oh, claro... pero... Evans es hermanastro de Alan, ¿no? es bueno que...

—No, no es bueno para nadie estar cerca de él, créeme.

Mi ceño se frunce, parece que al fin Margaret está empezando a decir algo coherente, decido acercarme lentamente, sentándome a su lado en el sillón.

—¿Por qué dice eso, señora? ¿No está bien usted junto a él? 

—Ah... mi niño.—Sonríe, perdiendo la vista en la oscuridad al final de las escaleras.— Conmigo es un cielo, pero soy consciente de que eso puede acabar en cualquier momento, no obstante, esta vieja le quiere demasiado como para alejarse.

SCHIZOPRENIA✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora