-Nunca he visto a una persona resistir de esta forma a un tratamiento tan violento.
-Dígame por favor que va a sobrevivir, si muere, estaremos en serios problemas.
-¿Por qué hemos tenido que llegar a esto?
-Se volvió loco, mató a tres enfermeros e...
"¿Por qué no lo puedo matar? Si de todas maneras vamos a morir"
Mary Bell
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Alan.
-¡CARIÑO! ¡ALAN CARIÑO! ¡DESPIERTA!
Dios... no sé que es peor, si aguantar a mi estúpida familia, o a las insoportables enfermeras.
-Voooooy.-Replico apartando el antebrazo de mis ojos, acostumbrándome a la claridad, al tenerlos azules, el sol es bastante severo con mi vista.
Yo fui hecho para la oscuridad, joder.
Me levanto, mis pies descalzos tocan el suelo, mis manos acarician mi cuerpo, es un gesto involuntario que hago siempre, por cuando tenía las agujas inyectadas y trataba de quitármelas.
Es curioso como cada episodio de dolor se marca en la mente humana de alguna forma, diseñando, transformando, destruyendo y creando.
Así es como un ángel puede terminar siendo un demonio.
-¡ALAN!
Si vuelve a gritar mi nombre, la mataré.
-Voy, joder.-Replico, abriendo la puerta con cara de dormido, tengo el pelo hecho un desastre y los párpados a penas se me levantan.
-Hijo, que se hace tarde.
-Ya, pero te recuerdo que tomo tres pastillas para poder quedarme dormido y es difícil despertarse así.
Ella me mira desde abajo, con su melena recogida y su vestido de ''limpiar por casa'', su expresión muestra lástima.
Ah, lástima dan ustedes, no me mires así.
-Cariño, olvidé tu tratamiento.
-Ajá, a ver si me haces feliz y me olvidas a mi también.
-¡ALAN!-Grita mi padre.-¡TE RECUERDO QUE...!
-¡¿Qué?!-Arqueo las cejas, mirando a uno y a otro.-¿Que soy adoptado y por eso tengo que estaros agradecidos eternamente? Tengo la mayoría de edad, cuando queráis, me voy de esta casa.
Pero antes os mataré, no lo dudéis.
-Alan...-Repite mi nombre con un tono de voz más bajo.-Sabes que te queremos, hijo.
Si querer es tenerme olvidado por diez años en un centro de locos... me aman.
-Ajá.- Murmuro sin más, colocando el bote de pastillas sobre la mesa, tengo catorce, dos por día, con las pastillas que debo tomar en la mañana, y en la noche. Me trago las cinco pastillas de golpe sin siquiera necesitar agua.
