Alan.
Observo la camilla, y las paredes blancas que me rodean, parece que han pasado siglos desde que salí de aquí, y a penas hace una semana.
Ha sido fácil entrar, decir que simplemente vengo a visitar a los viejos amigos, la chica de la recepción no ha puesto quejas, obviamente era nueva, no me conocía.
Si hubiese sabido de mi historial clínico, no me habría permitido poner un pie en el centro, algo que tampoco me hubiese obstaculizado en mi propósito.
Tan solo lo hubiese hecho más divertido.
Ah... me aburre lo fácil.
''Deja de parlotear y haz el favor de matarlo ya de una vez''
—Sies.—Murmuro sin más, jugando con las pinzas entre mis dedos.
—¿Logras controlarlo?—El Doctor Back me observa, desde la camilla, está amarrado, de la misma forma que él me amarraba a mí.
—Nunca se llega a controlar, es como una convivencia, hay días mejores, días peores.—Explico.
—Ya...sí, supongo.— Suspira, forcejeando de mala gana con las correas, aún está atontado, le pillé desprevenido cuando le inyecté el sedante en el cuello, y le llevé caminando, apoyado sobre mi, hasta esta sala, dejándolo en la camilla para amarrarlo.— Debo reconocer tu inteligencia, Alan.
—No, Doctor Back, aquí no hay inteligencia.—Corrijo.—No es más que lo que me habéis enseñado por años, ¿sabes esos casos en los que el león se come al domador de bestias?—Me río, él me mira en silencio.—El domador cree que la está haciendo débil, pero en realidad, lo que hace es alimentar su odio y acostumbrarla al dolor, llega un momento, en el que nada duele.—Mis ojos se fijan en los suyos.—Y nada importa.
Schizo aparece caminando detrás de la camilla, toma una silla y se sienta junto a él, empezando a leerle el cuento de Caperucita Roja.
Pongo los ojos en blanco.
—Entiendo lo que intentas explicar, Alan, aquí no trabajamos con bestias, sino con personas rotas, mentes cuyo uso ya tan solo es reciclable, tratamos de contener la locura, para que las personas ''sanas'', estén a salvo.
—A salvo.—Asiento.— Nadie está a salvo del mal, Doctor Back, pues él habita en todas partes.
Back me observa en silencio por unos minutos, sigo sentado en su sillón, jugando con las pinzas.
—¿Sabes Alan? Una vez...— Deja descansar la mirada sobre la luz del techo.—... mi abuela me dijo que le demonio tenía los ojos azules.—Escuchar eso despierta mi interés, sé que hay una vieja novela con ese mismo nombre.— Es ridículo, pero, desde aquel día, siendo solo un niño, he tenido miedo de las personas que poseen los ojos de dicho color.—Tose.—Y es curioso, que sea precisamente un chico de ojos azules quien vaya a acabar con mi vida, es como si de alguna forma, la abuela hubiese intentado advertirme cuando tan solo tenía ocho años.
Mi sonrisa se intensifica.
—Las abuelas siempre tienen la razón, la mía decía que ahogarme en la bañera era lo más sensato.
Él me mira asustado.
—Sí, la maté.
Recuerdo mi sueño, en el que Schizo me hizo vivenciar mi encierro en el centro por cargarme al gato de la abuela, y después a Coco, por último a ella. No fue así para nada. Los medicamentos y mi locura, además de todo lo irreal y subrealista que sucede en todos los mundos oníricos, hicieron un cóctel acertivo en algunas cosas, erróneo en otras.
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SCHIZOPRENIA✔
Mystery / Thriller-Nunca he visto a una persona resistir de esta forma a un tratamiento tan violento. -Dígame por favor que va a sobrevivir, si muere, estaremos en serios problemas. -¿Por qué hemos tenido que llegar a esto? -Se volvió loco, mató a tres enfermeros e...