Capítulo 31: Deseo

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 Alan. 

Me gusta acariciar su pelo. 

Ella descansa sobre mi pecho, bañarnos con ropa no ha sido lo más cómodo del mundo, pero quiero respetar su timidez.

Poco a poco irá entendiendo que es mi  mujer, y se entregará por si sola.

—Alan.—Murmura, removiéndose entre las sábanas, estamos en la que un día fue la cama de matrimonio de mis padres, es el mejor sitio para dormir juntos, las demás habitaciones están un poco descuidadas. 

—¿Uh? 

—¿En qué piensas? 

—En lo mucho que he deseado este momento.

Ella suspira y parece de alivio, es como si temiese que ya no sintiese nada, ¿cómo puede pasársele por la cabeza algo así? 

—¿Cómo ha sido?— Pregunto.

—¿Qué cosa? 

—Tu vida después de mi.

—Un horror.— Contesta, jugando con sus dedos sobre las cicatrices marcadas en mi piel, me gustaría decir que siento cosquillas y son agradables, pero tengo poca sensibilidad en ciertas zonas.— Aun así, siempre he tenido la esperanza, de que ibas a volver a por mi.

—Ni el mismo Satanás podría separarnos, Dakota.

Ella se incorpora, su preciosa melena oscura cae por la mitad de su blanquecino rostro, su sonrisa luce adolorida, preocupada, pero igualmente es hermosa, acaricio su tez, con cuidado, es como si pudiese romperla en cualquier momento.

No quiero.

No a ella.

—Alan, ¿qué fue lo que pasó? ¿Qué les hiciste a esos hombres? 

Frunzo el ceño.

—No lo sé.—Contesto con total sinceridad.

—Alan...— Me recrimina, creyendo que la engaño.

—Solo me pasó en otra ocasión, iban a someterme a electroshock, y simplemente, deseé que se murieran, sucedió, sin más.

—Es como... una especie de control mental, o así.— Dice, pensativa, asiento.

—Parecido, puede ser.

—¿Quizás tenga alguna especie de don? 

Me río.

¿Un don? ¿Yo? 

—Mi único don...— Mis  manos bajan lentamente por su figura, está en ropa interior, debajo de la sábana, y tener que imaginarme ese cuerpo me está volviendo loco.— Es que hago el amor muy bien. 

Ella pone los ojos en blanco dandome un manotazo para que la suelte, eso me ofende, a lo que la aprieto más.

—¡Déjame, imbécil!—Replica, ocultando una carcajada que al final, sale. 

—¿Por qué? me voy a volver más loco de lo que ya estoy si no te tengo.

—Siempre puedes volver a irte al burdel.

La suelto, dejándome caer en la cama mientras me río fuerte.

—¿Celosa, cariño?—Agarro un mechón de su precioso pelo, a lo que ella bufa, dándose la vuelta, la abrazo por la espalda muy fuerte, dándole un bocado cariñoso en el cuello.—Solo fui a emborracharme, no tener sexo.

—Sí...claro.

—Tengo a la chica más guapa del mundo en casa, sería de idiotas fijarme en otra, ¿no crees? pero ella es tan mala que no me deja ni tocarla.

SCHIZOPRENIA✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora