Capítulo 15: Un nuevo hogar

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Alan

Camino de un lado hacia otro, estoy impaciente. 

Trato de parecer calmado, aun así no puedo evitar soltar algún bufido de desesperación de vez en cuando, ya estoy deseoso por volver a verla, me siento culpable de haberme ido dejándola aquí.

—Todo está correcto.—Afirma el Doctor que está supliendo a la Doctora Hanse, se imaginará que ha tenido otra de sus crisis, en las que se emborracha y queda sin valer para nada. 

Si supiese...

Mi mandíbula se tensa, Schizo se ha quedado sin juguete por culpa de esas niñata entrometida.

Necesitábamos acabar con ella. 

—Bien, ¿donde está?— Gesticulo una expresión de aburrimiento, él hace un gesto de templanza con las manos a lo que poco después aparece una de las enfermeras acompañando a Margaret.

—A...¿Alan?

Mi sonrisa se vuelve resplandeciente cuando sus ojos tristes se encienden al contemplarme, es la única persona que me ha mirado con tanto amor, desde mamá.

—Hola, preciosa.—Murmuro, agachándome para tomar sus arrugadas manos y besarlas.— Te dije que volvería.

—Mi niño...—Su voz se quiebra, a lo que se echa sobre mí, apoyando su rostro en mi hombro, acaricio su pobre y envejecido cabello, grisáceo y quebradizo, la enfermera se retira de la silla de ruedas y el Doctor carraspera la garganta.

Decido incorporando, tomando los papeles que este me entrega.

—Que os vaya bien, es un gesto muy amable por tu parte que te quieras hacer cargo de ella, Margaret estaba aquí porque no tenía a donde ir.

—Lo dices como si hubieséis hecho una obra de caridad.

Su ceño se frunce ante mis palabras.

—Así ha sido, Alan.

—No.—Gruño, imaginando lo bien que se vería su cabeza pinchada en un palo, chorreando sangre por doquier.—Os habéis beneficiado de su paga, y la habéis tratado peor que a un perro sarnoso.

Doy por finalizada la conversación, no me apetece seguir hablando, tengo demasiadas cosas de las que ocuparme y muchas dudas por resolver.

Como lo  son Gardenia y ese tal Karma. 

Flich sigue sin llamarme, y empiezo a dudar de sus dotes como abogado, tarda demasiado en averiguar cosas y mi paciencia se agota.

Tomo la silla y la empujo con cuidado, conduciendo a Margaret al exterior.

—¿Preparada para una nueva vida, mamá?—Pregunto, a lo que sus manos temblorosas descansan sobre sus rodillas escuálidas, ella afirma y en cuanto salimos sé lo que está sintiendo.

Porque yo también lo sentí.

—Dios...Alan...—Balbucea, cerrando los ojos e inspirando con fuerza, decido esperar allí tanto como sea necesario.—La brisa... la gente...el sonido...

—Aquí no huele a medicamentos.— Añado con una sonrisa.

—No se oyen gritos.

—El calor del sol...

—Sí, adiós a esos focos amarillentos horribles que te ciegan la vista.— Su mirada se alza al cielo, coloco las palmas sobre esta para hacerle sombra, y que pueda observar las nubes sin sentir el deslumbramiento del sol en sus débiles ojos. 

SCHIZOPRENIA✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora