CAPITULO 3

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Los movimientos extraños dentro de la mansión Min, provocó que la nana de YeRi se alarmara. Retiro los platos que aún quedaban sobre la mesa e inmediatamente dio la orden a las empleadas de que terminaran el trabajo de la cocina y luego ordenar la mesa de comedor, dejándola impecable.

Mientras tanto, ella caminaba hacia el segundo nivel de la mansión, en busca de YeRi. Tocó la puerta dos veces y al no responder, entró inmediatamente a la habitación, pero ella no se encontraba allí. Se preguntaba angustiada, en donde podría estar tan temprano en la mañana, cuando el niño estaba en la casa. Ella nunca salía de la casa sin el niño, era demasiado extraño. Se devolvió a la cocina para inspeccionar el trabajo de las empleadas como de costumbre, pero nada le quitaba de la cabeza que no pensara en ella.

—Señorita Kang— le llamó, interrumpiendo su labor de trabajo—. ¿Sabe a donde fue la joven YeRi?— le pregunta al detenerse frente a ella—. Es que no se encuentra en la casa.

—No, señora. Lo único que sé, es que salió con el señor. Los vi salir hace un rato.

La nana bajó la mirada y murmuró preocupada:

—Algo no anda bien. Nada bien.

—¿Sucede algo, señora?— le pregunta la señorita Kang.

Levanto la mirada y respondió:

—No, nada. No pasa nada— le mostró una sonrisa—. Continue con su trabajo, al rato regreso.

—Si, señora.

*****

YeRi viajaba con su abuelo en uno de sus autos personales, no tenia escapatoria. Estaban de camino a un lugar que YeRi desconocía totalmente. Su abuelo no le quizo decir absolutamente nada del lugar al que iban. YeRi se había quedado con la preocupación de haber dejado a su pequeño solo en la casa.

—¿A donde vamos?— le preguntó a su abuelo por segunda vez.

—Cierra la boca y no preguntes más— le ordenó—. Me hartas cuando abres la maldita boca impertinente.

—¿Por qué demonios siempre tengo que callar?— le reclamó—. Tengo derecho a saber a donde me llevas, y más si es obligada.

No le costo más remedio que hablar o de lo contrario, YeRi no pararía de preguntar.

—Vamos a la empresa de la familia Lee.

—Y eso ¿para qué?

—Ya verás— la miró—. Ya verás— volvió a decir sonriendo al desviar la mirada.

El silencio se hizo presente y el ambiente se puso aun mas tenso lo que ya estaba para ella.

El señor Choi esperaba en la sala de juntas muy animado a sus invitados especiales.. Una sonrisa no muy agradable, se dibujaba en su rostro. Las secretarias entraban y salían de la sala de juntas una y otra ves y el cochino de Choi se disfrutaba el desfile que tenían sus secretarias, las miraba como si las desvistiera y comiera con la mirada.

—Eres tan repugnante y asqueroso, Choi— le dice DongHae mirándolo con asco.

—Para ti, si. Para ellas, no— se burlo riendo—. Son unos bizcochos.

—Imbécil— murmura DongHae, tomando asiento—. ¿Los invitados llegarán pronto?— pregunta.

—¿Ansioso?— le pregunta Choi por curiosidad.

—En lo absoluto— responde negando con su cabeza.

Mientras esperaban por sus invitados, Choi recibe una llamada telefónica, así que se levanto de su silla y salió de la sala de juntas, dejando a donde solo. Poco a poco DongHae comenzaba a desesperarse por la larga espera. Se levanto de su lugar para marcharse, pero fue detenido al abrir la puerta por una de las secretarias, quien venia a avisarle sobre los invitados y dejar unas botellas de agua para los invitados.

Bajo Un Contrato  {Editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora