#3👑

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Los labios de Julian eran tan suaves como me había imaginado. Así como los de Lady Violet me habían sabido a amargura, los suyos sabían a una noche de verano; fresca y cálida a la vez.

Dejé que mis manos pasearan libres por el pecho desnudo de Julian, que hizo lo mismo y empezó a desabrochar mi camisa sin dejar de besarme. Me estiré apoyando mi espalda en la cama y él aprovechó para ponerse encima, una pierna a cada lado de mi cuerpo. Ayudé a Julian a quitarme la camisa, soltando nuestros labios por varios segundos, hasta que volvimos a besarnos cada vez más rápidamente. Llevé mis manos a su pelo y tiré levemente de él mientras le acariciaba. Julian suspiró.

— Albert — susurró mientras empezaba a bajar sus besos por mi cuello —. Me gustas mucho.

Me quedé de piedra en el sitio mientras él bajaba sus besos por mi pecho. Nunca alguien me había dicho eso, y escucharlo de sus labios me provocó un escalofrío por la espalda.

— A mí también me gustas — susurré, sintiendo las lágrimas empezar a acumularse en mis ojos.

Julian sonrió y continuó bajando sus besos hasta llegar al borde de mis pantalones. Me miró con una sonrisa y empezó a desabrocharlos. Llevé mi cabeza hacia atrás y suspiré sin poder evitar pensar en la boda que celebraría en apenas unos meses.

— Julian... — murmuré —. Julian, para.

Julian se detuvo y me miró desconcertado. Pude ver una pizca de tristeza en su rostro, así que aparté la mirada y suspiré.

— He ido demasiado lejos, ¿no? — preguntó —. Lo lamento.

— No, no es eso — dije cogiéndole ambas manos y arrastrándolo de nuevo a la cama. Julian se estiró a mi lado y me miró sin entenderme —. Tengo muchas cosas en la cabeza y-

— Lady Violet — me interrumpió —. ¿No?

Asentí con la cabeza y sonreí. Se me hacía extraño pensar que estaba haciendo esto con Julian, pero más extraño era pensar en hacerlo con cualquier otra persona.

— Me gustas — dije —, mucho, pero no puedo darte nada más allá de escondernos en mi habitación.

Julian asintió con la cabeza y se mordió el labio inferior.

— Vale — dijo.

— ¿Vale? — pregunté —. ¿Vale, qué?

— Escondernos — repitió —. Me vale con eso.

Antes de poder decir nada, Julian volvió a hablar.

— Tú fuiste la primera persona que quiso ayudarme después de haber perdido a mi familia — dijo en apenas un susurro —. Antes de conocerte, me daba por muerto y mírame ahora; Vivo en un palacio, tengo ropa nueva todos los días y he aprendido a leer.

Sonreí acariciando su pelo y él cerró los ojos al sentir el contacto.

— Llevo desde que nos conocimos queriendo esto, estar estirado a tu lado y acariciarte — siguió, sus ojos todavía cerrados —. Si tenemos que escondernos no me quejaré, es más de lo que nunca hubiese imaginado.

— Pero no es justo — dije poniendo un puchero —. Para ninguno de los dos.

— Ya, bueno. Cosas de la realeza, Albert — dijo encogiéndose de hombros —. Al parecer, no lo puedes tener todo.

— Qué irónico — dije riéndome sin gracia.

Julian suspiró y acarició mi mejilla antes de volver a besarme, esta vez despacio. Rodeé su cintura con mi brazo y me abracé a él con fuerza deseando que este beso durara todo el día. Cuando nos separamos, sonreí al ver el azul grisáceo de sus iris.

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