🌛 - 4

787 50 17
                                    

Will
Varias horas después de encerrarse

Cuando el protagonista se despierta en un sitio nuevo en las películas, siempre tarda unos segundos en acordarse de por qué está en un sitio nuevo. En mi caso, es inmediato.

Al sentir el hormigón frío contra mi cuerpo y el olor a humedad, no tardo ni un segundo en recordar que estoy aquí dentro encerrado. Liam parece haber despertado antes, porque está sentado de espaldas a mí buscando algo en su mochila. Me quedo un momento en silencio hasta que siento mi barriga quejarse de hambre.

Ugh, buenos días — murmuro.

Liam pega un salto al instante, asustándome a mí también. Cuando se gira y veo que tiene la cara roja, recuerdo que ayer nos besamos antes de ir a dormir. Sin poder evitarlo, mi cara enrojece también.

— B-Buenos días — me contesta, y veo que mete la mano dentro de su mochila. Tras unos segundos, saca una barrita energética de dentro —. ¿Desayuno? He encontrado esta barrita hundida en la bolsa.

Me río algo nervioso y asiento con la cabeza. Liam parte la barrita en dos y, sin pensarlo, me da el trozo que es ligeramente más grande.

— Gracias — murmuro, pero no puedo evitar poner una mueca de asco al probar la barrita —. Eh... ¿De qué sabor es esto?

Liam suelta una carcajada.

— Es una barrita de proteína. Lo siento, es lo único que tengo.

— No, no, solo lo decía porque es muy... Espesa.

Liam se ríe de nuevo y esta vez no puedo evitar unirme. A medida que deja de reírse, Liam me mira a los ojos y carraspea antes de apartar la mirada, nervioso.

— También me queda agua del entreno — dice apuntando con el dedo a la botella que sobresale de su mochila —. No sé si te da asco beber directamente aunque, considerando que ayer... Uhm... Bueno, ahí la tienes.

Sonrío a la vez que me incorporo para coger la botella y le doy un par de sorbos sin pensarlo. Nunca me ha dado mucho asco y, como él ha intentado decir, ayer nos besamos, asi que qué más da.

Cuando terminamos de "desayunar" se crea un silencio algo incómodo. Liam parece evitar mi mirada, y yo sigo notando levemente el dolor en la nariz (al cual se le ha sumado dolor de espalda, porque dormir en hormigón no es lo más idóneo para los huesos).

— No sé qué decir — murmura Liam, y yo suelto una risita.

— No tenemos por qué decir nada, si no quieres.

Liam asiente y vuelve el silencio. Liam coge los envoltorios de plástico y los vuelve a guardar en la mochila. Sus manos son algo pequeñas, pero fuertes. Y sus brazos son lo suficientemente grandes como para saber que hace deporte, pero no demasiado como para entender que hace pesas. Me fijo en la pequeña cicatriz que tiene en el hombro, justo debajo de una peca.

— Me caí yendo en bici de pequeño — dice, y me doy cuenta de que me había quedado mirando demasiado.

Liam me mira y me da la sensación de que le acabo de conocer. Porque, por primera vez, me doy cuenta de que Liam es muy, muy mi tipo.

Gay Short StoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora