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Aviso: esta historia será un poco violenta en las primeras dos partes. Habrá peleas, intentos de violación (no por parte de los protagonistas). No tolero ni acepto este tipo de acciones en la vida real, pero eso no significa que dejen de gustarme en la ficción. (FICCIÓN!!)♥️

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Cameron dio un paso atrás, llevándose la mano a los labios, y yo aproveché para coger aire y mirarme los nudillos llenos de sangre. Si era mía o suya, eso ya no lo sabía.

El pasillo se había llenado de estudiantes en pocos minutos, y sabía que los profesores no tardarían en llegar. Si quería terminar esto, tenía que hacerlo rápido. Cameron cerró su mano en un puño e intentó golpearme, pero conseguí esquivarlo. Antes de que le diese tiempo a volver a intentarlo, clavé mi rodilla en su estómago, haciéndole toser varias veces.

Sonreí triunfante mientras miraba a mi alrededor. Había varias personas grabando con sus teléfonos. Mi amiga Leah me miraba apoyada en las taquillas, negando con la cabeza. Sabía que no le gustaba que me metiese en peleas, pero con este imbécil era imposible.

Antes de darme cuenta de que había estado demasiado tiempo distraído, Cameron me cogió del cuello de la camisa y me estampó contra la pared de taquillas más cercana. Mi cuerpo dio un golpe seco contra el frío metal, y sentí el aire marcharse de mis pulmones por unos segundos. Cameron me soltó y yo me dejé caer al suelo.

Ninguna de nuestras peleas pasaba de este punto. Cuando uno hacía demasiado daño al otro, hacíamos un pacto silencioso para dejarlo ahí. Nos odiábamos, muchísimo, pero quizás no lo suficiente para matarnos, al menos no en mitad del instituto.

Cuando el oxígeno volvió a entrar en mis pulmones, me levanté poco a poco del suelo y miré a Cameron. Había ganado él, pero no sonreía.

Nunca sonreía.

— ¡¿Qué está pasando?! — oí a lo lejos, y puse los ojos en blanco.

Pocos segundos después, un profesor se hizo paso entre el mar de alumnos curiosos y nos miró a ambos con furia en sus ojos. No hizo falta ninguna palabra para que Cameron y yo le siguiéramos hasta su despacho.

La primera vez que me metí en problemas por pelearme con Cameron sentí miedo de ser expulsado. Pero ahora, después de visitar este lugar unas cuarenta veces, sentía que venía a echarme una siesta. El profesor nos dijo que estaríamos castigados después de clase y nos dejó ir a la enfermería.

— Nunca lograré que te expulsen — murmuró Cameron mientras abría la nevera de la enfermería y sacaba una bolsa con hielo.

Me senté en una de las camillas y me limpié la sangre de las manos con una toallita. Los nudillos me dolían y todavía me costaba respirar bien, pero ver el moratón que había empezado a formarse en la cara de Cameron era suficiente para hacerme sentir mejor.

Leah no tardó mucho en entrar en la enfermería. Cameron no dijo nada al verla, pero pude escuchar como se reía detrás de mí. Leah le mandó una mirada de odio y se sentó frente a mí en otra camilla.

— ¿Eres idiota? — fue lo primero que dijo —. ¿Estás bien?

Sonreí. Leah resopló.

— ¿Cuántas veces te he dicho que no te metas en más peleas? Sobretodo con este idiota. Te van a quitar la beca como sigas así.

— No me la quitarán, tampoco es para tanto. . .

— ¿¡Te has visto la cara!? Parece que acabes de salir de la película de Fight Club.

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