Capítulo 187

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Cepeda: Roi, dile a los demás que la hemos encontrado. Qué está bien y que ahora la subimos.
Roi: Creo que no hará falta subirla, mira (vieron que estaban abajo de la montaña y que los coches quedaban a escasos metros de donde se encontraban)
Cepeda: Joder, has querido coger la vía rápida para bajar ¿eh?
Aitana: Idiota (empezó a reírse) ay, ay, ay. No me puedo reír, me duele todo.
Roi: Qué susto nos has dado. Ahora les envío un mensaje para que bajen al coche.
Cepeda: Vale, ahora a ver cómo lo hacemos para sacarla de aquí sin hacerle daño.
Roi: ¿No sería mejor que llamáramos a una ambulancia?
Aitana: No, no. Creo que puedo levantarme (lo intenta apoyando la mano para levantarse) ¡Ah, la muñeca! Joder, no puedo con esta.
Cepeda: Creo que sí, habrá que llamarla.
Aitana: No, de verdad. La otra no me duele.
Cepeda: Qué cabezona eres
Roi: Bueno, a ver si entre los dos la levantamos.
(Cepeda puso sus brazos bajo la espalda de Aitana para cogerla. Roi levantó las piernas para ayudarlo. La levantaron y Cepeda la llevó hasta el coche en brazos. Roi apartaba todas las ramas y piedras del camino y lo alumbraba. Por fin llegaron a los coches, donde ya se encontraban los demás)
Ana: Dios mío.
Amaia: Tiene mucha sangre....
Alfred: Uff, yo mejor no miro, soy muy aprensivo.
Roi: Ana, busca el hospital más cercano, vamos a llevarla para que la miren cuanto antes.
Ana: Voy (mientras lo buscaba, no podía para de mirar a Aitana. Aquella escena era bastante horrible. Estaba muy nerviosa, a punto de llorar. Le temblaba todo y no podía sostener bien el móvil)
Roi: (le cogió la mano) Tranquila, parece más escandaloso de lo que es en realidad. Pero hay que llevarla rápido...

Narra Ana: Los nervios se apoderaban de mi. No podía marcar bien las teclas. Roi estaba conmigo en todo momento. vi su mirada fija y segura sobre mi. Eso me tranquilizó un poco. Es de agradecer que en estos momentos haya alguien como él que sepa manejar la situación. Eso me hizo pensar en lo nuestro…  Encontré un hospital a menos de 15 minutos. Fuimos para allá tan rápido como pudimos. Cepeda entró con ella en brazos, corriendo. Nosotros nos quedamos fuera un rato, hasta que nos avisaran para entrar. Estábamos muy nerviosos. No sabíamos qué hacer. Amaia y Alfred estaban abrazados, llorando. Yo intentaba hacerme la fuerte, pero el miedo se apoderaba de mi por momentos y no podía controlarme. Noté que Roi se acercaba y apoyó su espalda contra la pared mirando hacia el cielo.

Novela ot friendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora