21

1.2K 87 37
                                    

Habían pasado unos cinco días desde aquella noche en donde, Sebastián, confesó todo. Nuestra relación seguía siendo normal, si es que puedo decirle así. Él esta un poco intenso, no sé si lo hace jodiendo o en serio esta intenso. En varias oportunidades intento besarme, pero yo no soy tan fácil, obviamente. No es que no tenga ganas de besarlo, ¡Tengo más ganas de besarlo que de conocer a Beyoncé! Para que se den una idea. Pero no la va a tener tan fácil.

-¡Sebas! -lo llamé gritando por todo el pasillo de el Hotel-. ¿Dónde estará este salame? -en eso, me taparon la boca. Con un brazo, rodeó mi cintura y me alzó. Empecé a patalear con toda la fuerza hasta darle en... ya saben dónde.

-¡Mierda! -gritó Sebastián mientras daba vueltas en el piso.

-Uy, boludo, perdón. - me agache y empecé a reír-. Avisa que sos vos, tarado.

-Quería hacerte una pequeña broma. -dijo levantándose del piso con dificultad.

-¡Casi se me sale el corazón! -me levanté del piso de golpe.

-¡Casi me quedo sin hijos! -se defendió.

-Bueno, como usted diga. -me crucé de brazos-. ¿Qué tengo que hacer para que me perdones?

-Mhm. -quedo pensativo. De la nada, me agarro la cintura y me pego a él de golpe-. Un beso no estaría para nada mal. -se fue acercando a mis labios poco a poco.

-No soy tan fácil. -susurre sobre sus labios.

-A la mierda todo. -estábamos a punto de basarnos hasta que un grito hizo que nos separemos. Me di la vuelta y vi que era Cami.

-¡Camila! -grité. Corrimos ambas hasta abrazarnos y caer al piso-. ¡Te extrañé, bebé!

-¡Y yo a ti, Tinita! -dijo mientras daba besitos en mi cabeza. Nos levantamos del piso. Me di la vuelta y vi que Sebastián seguía ahí.

-Cami, te presento a Sebastián. - dije cuando ya estábamos frente a él.

-Un gusto, Sebastián, soy Cami. -estrecho su mano-. Cristina, me hablo maravilladas de ti.

-Me imagino. -dijo riendo mientras me miraba. Estaba rojisima de la vergüenza.

-Bueno, Cami, vamos yendo. -la agarré de los hombros y la llevé a la habitación.

Camila tiró sus cosas a la cama y se agarró la cara con ambas manos para, luego, pegar un grito que se escuchó hasta en Latino América.

-Huevona, ¿Ese es el bombonazo que te estás comiendo? -dijo preguntando por Sebastián.

-Primero: no nos comemos, segundo: sí, él es Sebastián.

-Tienes mucha suerte, amiga. -empezó a aplaudir-. ¡Al fin uno lindo!

-¿Qué? Pero si Pepe es lindo. -entrecerre los ojos.

-Pepe, ponele que sí. -imitó mi acento-. Pero, Sebastián, esta que arde. -se mordió el labio.

-Ey, ey, yo lo mire primero. -señale mis ojos.

-Como digas. -rodó los ojos-. ¿Salimos a la noche?

-Mhm, no sé... -quedé pensativa-. Bueno, dale.

-¡Sí! -dio saltitos de felicidad.

-Le voy a decir a Rebecca, bancame un toque. -Cami se sentó en la cama.

Salí de la habitación y corrí por todo el pasillo hacia el ascensor. Apreté el botón del piso once y se cerraron las puertas. El ascensor llego al piso once y las puertas se abrieron. Busqué la habitación de Rebecca hasta que la encontré. Toque unas dos veces la puerta y, a los segundos, salió una Rebecca despeinada.

-Uy, perdón, ¿Te desperté de la siesta? -reí.

-Sí, estaba soñando con Maluma. -se refrego un ojo.

-Perdón. -le agarré de la mano.

-¿A qué venís? -preguntó.

-Vengo para preguntarte si hoy queres a bailar con Cami. -dije.

-Mhm... Okey, me sumó a su salida. -sonrió.

-¡Vamos! -salte-. No sé a dónde vamos, ahora le pregunto a Cami y te mando la dirección por WhatsApp.

-Bueno, dale, nos vemos en la noche. -cerro la puerta.

Cayó la noche y estábamos en el bar del Hotel haciendo la previa, ya que no dejaban ingresar nada de alcohol a las habitaciones. Creo que tomé unos dos o tres daikiris, pero ya estoy sintiendo como todo a mi alrededor da vueltas. Pagamos nuestra consumición y partimos hacia el boliche.
Llegamos al lugar y entramos directamente, por obvias razones. El boliche estaba explotadisimo de gente. Fuimos a la barra para seguir tomando, si esta vez no salgo de un boliche con un coma alcohólico es un milagro de Dios.

-Che, ya me cansé de tomar, vamos a bailar. -grité en el oído de Cami.

No solo por eso, sino que también estaba sonando mi canción favorita, que era de Sebastián... ¡Okey! Soy una pollera sin anillo todavía. Cami agarro mi mano, y la de Rebecca, y nos fuimos a la pista de baile.

-¡Lo que le gusta es que le canté al oído en la noche! -grité cantando.

-¡Que la mire, que le diga te quiero otra vez! -canto está vez Cami.

Y así seguimos cantando y moviendo nuestros atributos. Sentí unas manos rodear mi cintura y miré a las chicas. Cami, guiño un ojo y se fue con Rebecca, quién también tenía una mirada cómplice.

-No sabía que eras tan fan de mis canciones. -susurró en mi oído. Mi piel se erizo-. Te ves tan sexy con ese vestido bailando mis canciones. -me di la vuelta y, sí, era Sebastián.

-¿Qué haces acá? -de todos los boliches que hay en la ciudad, ¿Justo a este vino?

-Cami me invitó. -respondió. Maldita Camila, ya va a ver mi venganza.

-Bueno... Nos vemos más tarde. -me estaba por ir, pero agarro mi mano para pegarme a él.

-No te vayas. -dijo cerca de mí. Puso sus manos en mi cintura y la acarició. Sentí un cosquilleo en mi panza.

Empezó a sonar otra canción de Sebastián. Mis caderas no se controlaron y comenzaron a bailar a la par de la música. Sebastián, comenzó a cantar la canción, acercándose a mis labios. Y, finalmente, pudo darme ese beso que tanto deseaba... Bueno, ambos.
La verdad, es que estaba tan borracha que no sabía que estaba diciendo ni haciendo, pero, este momento, lo estaba disfrutando demasiado.

Cristina. {Sebastini}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora