54

629 63 19
                                    

3 meses después.

Las cosas con Sebastián, iban bastante intensas. Siéndoles sincera, había caído, nuevamente, a los encantos de Sebastián Obando. Me volvía completamente loca y, cada vez que estaba con él, me sentía una adolescente. 
Elena, está creciendo y eso me pone bastante sensible. Es una muñequita hermosa, a medida que va creciendo, se van formando más sus facciones y, ahora sí, puedo confirmar que es una replica mía, aunque tenga el mismo color de ojos y pelo de Pepe. Cada vez que ve a Sebastián, se vuelve loca y se olvida completamente de mi existencia, hasta que le agarra hambre. A él, lo derrite de amor cada vez que la ve. Ambos, me hacen la persona más feliz.

-Bueno, princesa, espero que ésta vez no vomites sobre tu vestido -dije retando a Elena. Ella río y pataleo un poco-. Espero que no me estés tomando el pelo -dije sonriendo.
Puse a Elena en el coche y coloque su bolsa abajo de éste. 
-Bueno, vamos a ver a Sebitas -dije saliendo del departamento mientras arrastraba el coche. 
Escuché el gritito de Elena y reí a carcajadas.

Llegamos al edificio, en donde vive Sebastián, y fuimos directo a la entrada para tocar el timbre. Elena, a penas escuchó su voz, empezó a reír y gritar, desesperada por ver a Sebas. 

-¿Cómo está la princesa más linda del universo? -dijo Sebastián cuando abrió la puerta. 
Sonreí pensando que lo decía por mí hasta que cargo a Elena. Ella pateaba alegremente.
-No puedo creer que vaya a decir esto, pero creo que estoy celosa de mi propia hija -dije riendo. 
Sebastián me dio un pico y río.
-Vos sos la reina -dijo coquetamente.
Rodé los ojos y reí a su par.

En el ascensor, charlamos bastante acerca de cómo estuvo nuestra semana. Elena estaba demasiado contenta por verlo. Y yo también. Entramos al departamento y dejamos nuestras cosas de lado.
Pasamos la tarde charlando y riendo. Elena se quedo dormida, así que la llevé a la habitación de Sebastián para que pudiera descansar bien. Volví al living y fui corriendo hacía Sebastián para sentarme sobre sus piernas. 

-Al fin solos -dije cuando estuve, finalmente, encima de él.
Sebastián, río por mi comentario. 
-¿Qué quieres hacer ahora? -preguntó mientras acariciaba mis muslos. 
Suspiré ante su tacto.
-No sé, decime vos -dije sonriendo. 

Me acerqué para besarlo lentamente. Los labios de Sebastián son mi cosa favorita en el mundo. El beso iba subiendo de tono, al igual que la tensión que había entre nosotros. Sebastián bajo sus labios hacía mi cuello y deposito varios besos en él. Tiré mi cabeza hacía atrás y dije su nombre en un tono muy bajo. Sebastián sonríe y, una de sus manos, va subiendo lentamente hacía el borde de mi calza. Me estremezco al sentir su mano dentro de mi calza. Dio suaves y lentos movimientos sobre mí.

-Sebastián... -dije agitada-. Para. 
-¿Qué paso? -preguntó sin entender.
-Todavía no me siento preparada para hacerlo -dije sentándome a su lado-. Es algo que me gustaría, pero siento que todavía no es el momento.
-Está bien, no te voy a insistir -dijo sonriendo.
-Cambiando de tema, ¿qué paso al final con Camila? -pregunté curiosa.
Sebastián, se tenso al preguntar por ella.
-Todavía no hablé con ella -respondió.
-¿Qué? ¿En serio? -pregunté-. Dijiste que ibas a hablar con ella sobre nosotros.
-Sí, pero... -lo interrumpí.
-Sebastián, ya no estoy más para jueguitos -dije seria-. Sé que para vos es difícil, voy a respetar tu tiempo, pero no voy a esperarte para toda la vida.
-Voy a hablar con ella en estos días, quédate tranquila -dijo.
Le sonreí y le di un beso en su cachete.
-¿Te gustaría salir mañana a cenar? -propuso-. Me gustaría pasar un momento a solas con vos.
-Mhm, no sé, ¿y Elena?
-Podrías dejarla con tu mamá -dijo-. Pero como vos más quieras.
-Sí, capaz se copa -dije-. ¿Cuándo saldríamos? 
-Si querés, mañana -respondió.
-Entonces, mañana nos vemos -dije sonriendo.


Cristina. {Sebastini}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora