02

1.4K 73 34
                                    

Despierto de mi larga siesta y voy a la cocina, dónde se suponía que estarían mis papás, pero, todo lo contrario. Las luces se encontraban apagadas y las prendí. Busqué en cada habitación a mis papás, pero no los encontré.

-Bueno, al parecer tenemos casa sola. -dijo Sebastián apareciendo por atrás, haciendo que me pegué el peor susto.

-La puta madre, Sebastián, ¡Me asusté! -di la vuelta.

-Perdón. -dijo riendo y me abrazó-. Te tengo una sorpresa.

-Uh, ¿Se puede saber qué es? -dije colgandome en su cuello mientras hacía puntitas. Sebastián, me llevaba como treinta cabezas.

-Sí, pero, primero, tengo que vendarte los ojos. -sacó un pañuelo y lo puso sobre mis ojos. Hizo un nudo detrás de mi cabeza y sentí sus manos sobre mis hombros. Empezó a caminar, guiandome para que no cayera. Sentí la fresca brisa de verano chocar sobre mí piel: estábamos en el patio.

-¿Acaso la sorpresa esta en el patio? -pregunté.

-¿Estás viendo, tramposa?

-Veo todo negro, pero se nota que estamos en otro ambiente. -dije obvia. En eso, Sebastián saco el pañuelo de mis ojos y pegué un grito al ver lo que tenía en frente mío.

-Un picnic a la luz de la luna. -dijo Sebastián. Me abrazo por la cintura, apoyando su cabeza sobre mí hombro.

-¡Es hermoso! -lo abracé-. Jamás voy a cansarme de decir que sos el hombre de mi vida.

-Te quiero. -nos hundimos en un profundo beso lleno de amor. Nos separamos y nos sonreímos. Este flaco me vuelve loca.

Agarró mi mano y caminamos a la manta que estaba sobre el pasto. En esta, había una canasta con sándwiches, empanadas, pizzetas  papas fritas, frutas y agua. Parecía mucha comida, pero, para nosotros, era poca. A nuestro alrededor, habían varias velas y luces colgando. El patio estaba iluminado solo por estas y la luz de la luna, haciendo que se vea más romántico.

-¿Vos hiciste todo esto? -pregunté sin poder creerlo todavía. Agarré uno de los sándwiches que había dentro de la canasta y empecé a devorarlo.

-Aunque no lo creas, sí, y, esta vez, no se me cayó nada de las manos. -dijo dando unas palmadas sobre sus manos.

-¡Que milagro! -festeje.

-¡Ey! Eso dolió un poco. -dijo haciéndose el dolido.

-Mentira, amor. -le di un pico. A pesar de que no éramos novios, nos gustaba decirnos cosas cursis, como amor, bebé, precioso/a, lindura, etc.

-La otra vez, estuve pensando un poco y me di cuenta de que no tuve la oportunidad de cantarte "Cristina". -hizo pucherito.

-Ay, pero sabes que no pasa nada. -acaricie su cara-. Con el hecho de que hayas escrito la canción, sin ningún tipo de compromiso, vasta.

-Pero a mí no me deja tranquilo, ni siquiera cantando la canción todas las noches y pensando en ti. -sentí mi cara ponerse roja-. Así que voy a cantarla aquí, un mini show privado solo para ti y por ti. -tocó la punta de mi nariz con su dedo. Sacó su guitarra y la acomodó bien sobre sus piernas. Tocó las primeras notas y ya sentía que estaba por llorar:

"Entre tanta gente yo te vi llegar 
Algo en el destino me hizo saludar 
Te dije mi nombre y no sé dónde 
Como con un beso me respondes 
Solo te importó que te tratara bien 
Tú de 19 y yo de 23 
Y empecé mis planes para vernos otra vez."

El resto de la canción, la cantamos juntos. La canción traía tan bonitos recuerdos, momentos tan mágicos.

-Gracias. -dije apenas terminó la canción.

-Gracias a ti por mostrarme lo que es el amor y que se siente estar enamorado. -sonrió. En unos minutos, me desmayo.

-Y a vos por hacerme sentir tantas cosas en tan poco tiempo. Jamás sentí esto con alguien. Sos el primero y el último en hacerme sentir así. -dije recostandome sobre su hombro.

-¿Quieres ser mi novia? -preguntó de una. Levanté mi cabeza rápido y lo miré sin entender.

-¿Qué? -pregunté.

-¿Quieres ser mi novia? -preguntó nuevamente.

-¡Sí! -grité abalazandome a sus brazos. Di varios besitos sobre su cara. Sebastián, no paraba de reír-. Pensé que nunca lo ibas a preguntar, ya estaba pensando en pedirtelo yo.

-Bueno, tu mamá ayudó bastante en la idea. -dijo.

-¿Así? ¿Por esa razón fue toda esa charla rara de la otra vez? -dije recordando la videollamada con su mamá, quien es ahora, mi suegra.

-Sí, tus papás no dudaron ni un poco en darme la aprobación porque te vieron loquita por mí. -dijo egocéntrico. Reí y rodé los ojos-. Volví a Buenos Aires para pedirtelo, soy un chico muy a la antigua y no quería pedirtelo por videollamada. -mordí mi labio inferior y me acerqué a él para darle un beso.

-Me volves loca, estoy locamente enamorada de vos. -dije apenas nos separamos del beso.

-Y yo de ti. -me abrazó.

Cristina. {Sebastini}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora