20

1.3K 79 37
                                    

Cerré la puerta y me crucé de brazos. Camine hacia la cama y me senté al lado de él.

-¿De qué necesitas hablar? -pregunté.

-Nosotros. -me miró a los ojos-. No he dejado de pensar en ti desde que te fuiste de Chile. -vi como sus ojos se cristalizaban-. Siempre tuve la esperanza de volver a verte y que estemos juntos, pero sucedió todo lo contrario. -sentí como mi corazón se iba rompiendo poco a poco-. Sé que sigues amando a Pepe, ¡Es obvio! Hasta se iban a casar y todo. Yo fui sólo un ratito y ya.

-Sebas, no. -agarré su cara para que me miré-. Te quise demasiado y te sigo queriendo, sos una persona increíble. -sonrió-. Pero, si yo hubiese sabido hace más de un año que nos íbamos a reencontrar, te iba a esperar. -acaricie su cachete-. Pero tenía que seguir con mi vida, no iba a quedarme llorando toda una vida por vos.

-Lo sé, sólo que tuve falsas esperanzas. -suspiro. En ese suspiro, pude sentir olor a alcohol.

-Sebastián, ¿Acaso tomaste? -me levanté.

-Un poco. -empezó a reír. Rodé los ojos.

-Vení, acostate. -puse mis brazos por debajo de sus axilas y lo ayude a acostarse. Apenas se acostó, quedo en un profundo sueño. Reí.

Le saque las zapatillas, y medias, y las deje al lado de la cama. Entré al baño para ponerme mi pijama.
Salí del baño y me acosté en el sillón. No tenía otro lado donde dormir ya que Sebastián estaba en mi cama. Estaba por dormir hasta que Sebastián hablo.

-Cristina. -dijo con voz ronca.

-¿Si? -me recoste.

-Tengo miedo. Vení a dormir conmigo, por fi. -dijo lloriqueando.

La dude muchísimo en ir, pero decidí que sí. Total, cuando se quedé dormido otra vez, voy de nuevo al sillón.
Me acosté al lado de él y me acomode un poco -siempre dándole la espalda-. Escuché los ronquidos de Sebastián y estaba a un pelito de reírme. Pero me contuve como toda persona civilizada. Mi cuerpo quedo helado cuando sentí que puso brazo en mi cintura, acariciandola. Se acercó a mí y quedó duro. Intenté alejarme pero no podía porque; 1) lo podía despertar, 2) tenía mucha fuerza y no podía separarme por eso.

-¿Cómo te pido que te enamores? -susurró cantando. Y ahora no sabía si mi cuerpo estaba paralizado por cómo me tenía agarrada o porque canto la canción que escribió para mí.

Cristina. {Sebastini}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora