48

608 56 17
                                    

5/5

Ya pasaron varios días desde que me mudé y, desde entonces, Sebastián me acompaña todos los días, hasta en lo más mínimo. Me agradaba su compañía.
La cuna de la bebé, llegó hacer unas horas y, Sebastián, va a ayudarme a armarla.
El timbre del departamento sonó y fui corriendo a abrirla.

-Hola -dije cuando vi a Sebastián. Me hice a un lado y lo dejé pasar.
-Hola -saludo-. Traje esto -mostro una bolsa. La agarré y la dejé sobre la mesa del comedor.
-Gracias, no hacía falta -sonreí.

Fuimos a mi habitación y abrimos la caja, que tenían las piezas de la cuna. Los primeros meses, la cuna iba a estar en mi habitación, para no tener que moverme tanto de habitación en habitación.

-Al final, no me contaste como te fue en tu cita -dije.
-La verdad, no sé cómo me fue -dijo riendo-. Hubo mucha incomodidad, casi no había tema de conversación.
-¿Vos, Sebastián Obando, sin tema de conversación? Pareces una cotorra siempre estamos juntos -dije riendo. Literal, no lo podía creer.
-Es que a vos ya te conozco, en cambio, a ella, la vi una noche -dijo-. Creo, que si nos empezamos a conocer más, pueda ser una cotorra con ella también -dijo en tono gracioso.

Reímos y seguimos armando la cuna. Cuando sentí que la bebé pateo, me hice a un lado y toqué mi abdomen. Me gustaba sentir cada movimiento que ella hacía dentro mío.

-¿Qué pasó? -pregunto Sebastián preocupado.
-Nada -respondí-. Solo que esta pateando -sonreí. Sebastián sonrió y miró mi panza-. ¿Querés sentirla?
-¿Puedo? -pregunto.
-Sí, obvio -dije sonriendo.

Fui para su lado y agarré una de sus manos. La puse sobre el lado donde la bebé estaba pateando y empecé a hablarle a la panza, para que volviera a hacer el mismo movimiento. Cuando sentí que se movió, miré a Sebastián y vi que tenía un brillo especial en sus ojos. Sonreí por su expresión.

Cristina. {Sebastini}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora