Epílogo.

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Llego el jueves siete de noviembre y me encontraba en el aeropuerto de Ezeiza. Eran las 23:50 y el vuelvo sale a las 00:45. La canción de Sebastián sale a la 1 am y yo iba a estar en pleno vuelo.
Cami, se encontraba bastante emocionada y mis papás no entendían el por qué.

-Cami, tranquila, se va solo por unos días, va de promo, ¿Por qué estas así? -dijo mi papá abrazandola por los hombros.

-Es que estoy tan orgullosa de ella. -se acercó a mí con los brazos abiertos, para abrazarme tan fuerte como nunca.

En ese momento, anunciaron el aborde al avión. Miré a mi familia -incluída Cami- y nos dimos un abrazo grupal. Mis papás seguían sin entender por qué había tanta emoción, pero iban a extrañarme mucho.

-Bueno, nos vemos a la vuelta. Los amo. -tiré besitos por el aire.

-Te vamos a extrañar. -dijo saludando con la mano.

Les sonreí. Vi a la azafata y le entregué mi boleto de avión. Chequeo que todo este bien y me dio el paso para que aborde.

Las nueve horas de viaje pasaron volando, igualmente, la pase durmiendo y comiendo. No tenía mucho qué hacer en el avión.
Saqué mi celular y active los datos móviles para poder mandarle un mensaje a Cami, para avisarle que ya estaba en tierras colombianas.

Tomé el primer taxi que vi y le indique la dirección de Sebastián. Según Cami, Sebastián le dijo a Bernardo que iba a salir un rato a correr, pero que iba a avisarle al de recepción que tenía visita.
Llegamos al edificio y bajamos las valijas del auto. Le pague al chófer y entré al edificio.

-Buenos días, señorita, ¿Se le ofrece? -preguntó el encargado del edificio.

-Sí, eh, soy la amiga de Sebastián Obando, vive en el décimo piso. -agarre mi valija.

-Oh, sí, me aviso que iba a tener visita. -sonrió-. ¿Quiere que la ayude con las maletas? -señalo mis valijas.

-No, gracias, esta bien. -sonreí-. ¿Dónde queda el ascensor?

-Aquí, sigame. -nos dirigimos al ascensor-. Es el piso diez, es el único departamento del piso, me dejó una copia de sus llaves. -me entregó la copia de las llaves del departamento de Sebas-. Cualquier cosa, estoy abajo.

-Dale, muchas gracias. -entré al ascensor y los nervios me comían por dentro. Estaba que temblaba de los nervios.

Llegué al piso diez y respire hondo. Las puertas del ascensor, se abrieron, dejándome en frente de la puerta del departamento de Sebastián. Arrastre las valijas, mientras sacaba las llaves. Metí la llave en la cerradura, di varias vueltas y abrí la puerta. El departamento de Sebastián era bastante ordenado, esperaba ropa tirada por todos lados. Entré con las valijas y las deje a un lado del sillón. Saque mi celular y llamé a Cami.

-¡Cami! ¿Cómo estas? -dije apenas contesto.

-Bien, ¿Y tú? ¿Ya viste a Sebas? -preguntó emocionada.

-Todavía no, supongo que llega en un ratito. -miré la puerta.

-Okey, ¿Cómo te sientes?

-Ansiosa, nerviosa, me estoy haciendo pis de la emoción. -reímos.

-Me imagino. -dijo-. ¿Ya has escuchado la canción de Sebastián?

-No, me olvidé de escucharla. -puse mi mano en la frente.

-¡Escuchala! Vas a llorar, te lo aseguró, yo me lloré la vida.

-Bueno, la voy a escuchar ahora, antes de que llegué. -dije sacando los auriculares.

-¡Éxitos, pipi! -gritó-. Después, cuéntame todo.

-Dale, dale. -dije riendo-. Hablamos más tarde, te amo.

-Y yo a ti. -tiro un beso y corté.

Me senté en el sillón, conecté los auriculares al celular y entré a mi Spotify. Escribí el nombre de la canción en el búsqueda y fue la primera en saltar. Di play a la canción y empezó a reproducir.


A medida que la iba escuchando, los recuerdos de nuestros días en Chile iban pasando como flashes en mi cabeza. La vez que cantamos en el karaoke, cuando paseamos en moto por la ciudad, el graffiti, el colgante que me regaló, nuestro primer beso y, la cereza del pastel, cuando me entregó la canción. Sin darme cuenta, ya estaba llorando como una bebé. Estaba completamente enamorada de Sebastián.
Me saque los auriculares y los deje en la mesita que estaba en frente mío. Seque mis lágrimas y respire hondo, una vez más. Escuché la puerta abrirse y me levanté rápido del sillón. Entró Sebastián mirando al piso, un poco agitado, mientras se sacaba los auriculares. Al notar que había alguien en el living, levanto su mirada, conectándose con la mía.

-Cristina. -susurró-. ¿Qué haces aquí? -dijo dejando su celular.

-Vine a hablar con vos. -dije acercandome a él lentamente.

-¿De qué? ¿Y, cómo hiciste para entrar? -hizo una mueca.

-El encargado me dio una copia de tus llaves. -dije rápido.

-Pero era para Bernardo, él llegaba hoy... Oh, ya entendí.

-Él nos ayudó, a mí y a Cami, para que yo venga acá. -mordí mi labio-. Si yo te hablaba, ibas a ignorarme, como lo hiciste con todas mis llamadas. -dije triste.

-Dije que ya no quería hablarte. -respondió seco.

-Ya sé y por eso vine acá, así no me ignorabas. -suspire-. Esa semana, después de cancelar la gira de promoción, estuve deprimida. Mi mamá, hizo todo lo posible para poder levantarme el ánimo, llamó a Cami para que pueda levantarme el ánimo y, cuando fue a mi casa, hizo que me de cuenta de varias cosas; 1) soy una boluda por haberte dicho eso, 2) nunca estuve enamorada de Pepe, y, 3) que estoy enamorada de vos. -dije mientras iba levantando tres dedos.

-Pero si estabas comprometida con Pepe, prácticamente, tenían un futuro ya armado. -tiro su campera al sillón.

-Si sé, pero creo que estaba buscando a alguien para poder olvidarme de vos. Imagínate, estuve medio año sin dejar de pensar en vos, me "enamoro" de Pepe. -hice comillas con los dedos-. Llegas a mi vida, otra vez, y mis sentimientos, hacia vos, vuelven. -lo señalé-. Es lógica, Sebas, nosotros no somos nada formal y, sin embargo, vengo a Colombia a decirte esto, con Pepe estábamos comprometidos y no tomé el primer vuelvo a Los Ángeles para ir y arreglar las cosas con él. -cuando ya estaba en frente de él, entrelacé sus manos con las mías-. Estoy enamorada de vos, Sebastián. -él, a esta altura, ya estaba llorando. Limpié una de sus lágrimas y bese su cachete-. No te quiero perder otra vez. -acaricie su cara.

Me abrazó y sentí como las partes rotas de mi corazón se iban uniendo.

-Te quiero muchísimo. -puso un mechón atrás de mi oreja.

-Yo te quiero muchísimo más.

Se acercó a mí y beso mis labios, lento y suave, como solo él sabe hacerlo.

Cristina. {Sebastini}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora