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Me levantó de la cama y voy hacia al baño para hacer mi aseo diario. Cuando termino, salgo del baño y me pongo un vestido floreado con unas zapatillas Converse. Me hice una media colita y baje a desayunar.

-Buenos días -dije entrando a la cocina.
-Buenos días -dijo Sebastián dándose la vuelta.

Olvidé contarles, Sebastián, se queda por un par de semanas en nuestra casa hasta conseguir un departamento. Según él, tiene varios proyectos en Buenos Aires así que se va a quedar un largo tiempo.

-¿Qué estás haciendo? -pregunté acercándome más hacía su lado.
-Huevos revueltos, ¿querés? -pregunto.
-Bueno, dale -respondí sonriendo-. ¿Querés que prepare café?
-Pero vos no podes tomar... -lo interrumpí.
-No para mí, para vos -dije riendo-. Yo voy a tomar mate.
-Bueno, está bien -dijo sonriendo.

Saqué dos platos de un estante y los puse del lado donde estaba Sebastián. Puse agua a calentar y prepare, en dos tazas, un saquito de café y otro de mate. Cuando el agua calentó, vertí éste sobre las tazas y las puse en la mesa. Sebastián, ya estaba esperándome sentado.

-¿Qué vas a hacer hoy? -pregunto endulzando su café.
-Voy a ir a comprar ropa para el bebé -respondí-. ¿Vos?
-Nada -respondió-. ¿Querés que te acompañe? -pregunto un poco tímido. Sonreí por la ternura que me generó.
-Si no te molesta, sí -respondí sonriendo.

Seguimos charlando mientras desayunabamos. Cuando terminamos, lavé los platos y las tazas. Luego, de esto fuimos directo al shopping a comprar la ropa para el bebé.
Llegamos al shopping, y fuimos recorriendo local por local. Ninguno me convencía, hasta que vi uno que tenía cosas muy lindas. Entramos y empecé a mirar ropa unisex. Sebastián, me miraba un poco gracioso la escena, y sí, estaba demasiado entusiasmada. Cuando ya tenía un par de prendas, fui a pagar y nos fuimos del lugar para ir a comer algo.

-¿Ya sabes el sexo del bebé? -pregunto.
-Todavía no -respondí.
-¿Y qué te gustaría que sea? -pregunto nuevamente.
-Mientras nazca sano, no me importa el sexo -respondí.
-Entiendo -dijo-. Bueno, creo que deduje mal y compré un regalito para el bebé -dijo pasándome una bolsa.
-No hacía falta... -me interrumpió.
-Tranquila, no me pesa -dijo riendo-. Si querés, abrilo.

Abrí la bolsita y, de ésta, saqué un vestidito color beige con un listón, del mismo color, que tenía florecitas de color rosa pastel. Sonreí grande y lo abracé. El vestido era hermoso y el gesto que tuvo también lo fue.

-Gracias, en serio -dije.
-No hace falta que agradezcas -dijo sonriendo.

Cristina. {Sebastini}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora