41. Mejor amigo.

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Estar sin Harry fue pésimo. Louis quiso ir detrás de él, fugarse lo más lejos pero ¿y sus niñas?

Eso siempre lo había podido, siempre.

Se sentía mal, triste y estúpido.

Ya no había mayordomo sólo sirvientes, no tenía a quién más contarle así que pasaba sus días como ratón de biblioteca esperando para poder ver a sus hijas.

De nuevo se estaba demacrando, desnutriendo, literal muriendo de poco.

De nuevo leía la Odisea. Sentado en su sillón favorito con el amargo sabor del té en su taza, una página corría tras otra. Nada relevante.

Sin tocar entró Percy, descuidado como de costumbre no notó a Louis ahí y es que ya nadie notaba la presencia de Louis. Era un fantasma del castillo.

—Hola Louis —dijo Percy sentándose en el sillón donde Harry solía hacerlo.

Louis débilmente levantó la vista.

—Perdón por molestarte es que quiero platicar contigo.

Louis con desconfianza cerró el libro.

—¿Hablar de qué? —salió un hilo de voz.

—Bueno es que, tengo una duda y sé que tú podrás ayudarme —le dijo.

—¿Qué ocurre?

—¿Dime, las náuseas y cambios de humor indican embarazo? —le preguntó Percy.

—En ocasiones, a veces es por el estrés o por no co... Espera ¿estás ...?

—Sí Louis, lo estoy —dijo muy feliz–. Esto es lo mejor que me ha podido pasar en la vida.

Los días de Louis ya no pasaron tan insípidos pues siempre tenía a Percy cuestionándolo sobre el embarazo pero después fue más y más que Louis y Percy desarrollaron una amistad.

—... Jamás dejé que los alfas me menospreciaran por el hecho de ser omega, era un bravucón, —rieron— golpeé a ese chico en la nariz y aún así entré al equipo de soccer pero a la semana salí, ni siquiera me gustaba el soccer —volvieron a reír. Las anécdotas de Louis solían ser divertidas.

—Yo también intentaba darme un lugar pero, no había nada que hacer, o sea, era el hijo de la reina yo tenía un lugar súper especial y así me respetaban siendo omega o no.

Louis sirvió otra taza para ambos

—Cuentame cómo terminaste aquí. Siendo tan infeliz.

—No por elección...

Contar eso era algo porque una vez que empezaba ya no podía parar, no se detenía, era como el chorro del grifo, no se detiene hasta que suelta la última gota de verdad.

—Realmente has sido muy valiente al estar aquí, aguantando todo lo que mi familia te hace. Louis tu deaperdiciaste una vida aquí dentro, estas paredes te están absorbiendo. ¿Por qué no dejas a mi hermana?

—Ay Percy, es muy complicado, mis niñas no puedo dejarlas.

—Si tú estuvieras dispuesto a dejarla yo conseguiría un buen abogado que te colocaría en una buena posición y así tendrías custodia compartida.

—¿En serio?

—Claro Louis.

—¡Alto! ¿Tú ayudándome? —cuestionó y Percy asintió—. Pero ¿tú el hijo de la reina?

—Escucha, Louis, dejame contarte: yo tuve una infancia algo normal, no tenía tantos deberes, era consentido, mis horas de juego se extendían hasta 180 minutos mientras que para Marie no, nunca descansaba y parte de los deberes de la escuela mamá tenía una maestra particular que le impartía clases de historia, civismo, ética, filosofía, geografía, escritura, literatura, derecho, entre otros, la preparaba para ser una buena reina y yo no tenía problema, ella era alfa y era heredera, yo no irrumpí pero luego Marie mandó todo al carajo por Jean y fue ahí cuando mi madre me cedió el trono y lo que a Marie le habían enseñado en años yo tuve que aprenderlo en meses. Mi madre me elogió mi dedicación, dijo que sería buen rey mas de la nada me quitó el trono y se lo dio a Marie y eso me molestó bastante por eso y por otras cosas es que quiero que te divorcies de Marie y hables, solo tú tienes ese derecho porque lo has vívido en carne propia. Piensalo Louis




























¿Por fin?

El Príncipe Tomlinson. La Verdad Detrás Del Cuento  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora