3.La espera

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A la mañana siguiente Louis estaba esperando a sus padres con sus cosas ya preparadas.

Estaba en el sofá de la suite cuando su madre salió con intenciones de ir a la puerta de Louis para despertarlo. No había nada que hacer, él ya estaba despierto.

-¡Ah! Cariño, ya estás listo. Permitenos unos minutos a mí y a tu padre.

Louis asintió sin siquiera mirar a su madre, estaba decidido lo que haría y no tenía intenciones de echarse para atrás, no quería verla, sabía que lloraría si lo hacía.

Sus padres salieron cerca de media hora después y el taxi que le pidieron a la recepción ya había llegado.

-Vamos, cariño. Llegaron por nosotros -pidió su madre.

-Antes que se vayan, quiero pedirles una cosa -habló Louis y sus padres se detuvieron a escucharlo-. Voy a regresar con ustedes pero solo para empacar más cosas y me voy a mudar a la casa de Londres, yo solo.

-¡Qué! -exclamó su madre de mala manera-. Por su puesto que no. ¿Cómo se te pudo ocurrir esa idea?

-Yo voy a hacer lo que ustedes quieren, ahora correspondan a aceptar mi decisión. No quiero estar en casa, tengo tanto que pensar y no quiero que sea en la misma propiedad que ustedes.

-No lo voy a permitir -replicó su madre.

-No, Leonor. Déjemoslo qué lo haga.

El resto del día fue tan entretenido para Louis, llegar a casa e inmediatamente sacar más maletas para llenarlas de la mejor y más apropiada ropa para irse a Londres. Al anochecer se fue, sin mirar atrás, sus sentimientos hacia sus padres seguían confundidos.

Un par de días después de que llegó a la casa de Londres la reina lo citó, necesitaba aclarar un par de cosas con él antes de que todo siguiera avanzando y se salieran más del camino porque el hecho de que Louis se mudara no estaba dentro del elaborado plan de la reina.

-Sus padres me avisaron que se ha mudado a vuestra antigua casa, aquí en Londres, usted solo. ¿Cómo ha está viviendo? ¿usted se encarga de la limpieza y cocina?

Realmente no, desde que llegó no ha terminado de limpiar y ha estado comprando comida rápida.

-Estoy bien, solo es la primera vez que vivo solo, me estoy acoplando, majestad -respondió.

-Desde hoy, le asigno personal de mantenimiento y un chef personal, no se encuentra en su peso ideal, el chef sabrá que cocinarle para resolverlo. Llega a las seis de la mañana y se marcha después de la cena, los domingos son su descanso por si consideras entregarle una llave de acceso, mantenimiento llega después, a eso de las ocho y no tiene que preocuparse, la Casa Real lo cubrirá. Empiezan mañana.

-Lo agradezco bastante, Majestad.

-Por cierto, este fin de semana es la reunión anual de la familia en la finca de las afueras de York, es una buena oportunidad para presentarte adecuadamente a toda la familia como el prometido de la princesa Evangeline y quizá más tiempo para que se conozcan así que el viernes temprano un chófer pasará por usted, esté listo.

La reunión pareció ir bien pero un segundo antes de que terminara, la hostilidad comenzó.

-Antes de que se vaya, quiero que me escuche atentamente a lo que le diré -Louis volvió a sentarse y le prestó atención-. Espero que ya se haya dando cuenta a qué familia se está uniendo y no lo tome a la ligera, lo que haga en su vida personal no me importa pero lo que hagas un pie fuera de esa casa... solo le diré que tenga cuidado -el rostro de aquella mujer estaba serio y sinceramente, aquello había sido una ligera amenaza, justo como Louis la había sentido.

Se sentía raro e incómodo. Al entrar a casa y ver el retrato de la reina que desde pequeño lo había recibido le dio un mal sabor de boca. Esa inalcanzable mujer ahora pasaría a ser su suegra solo porque así lo quiso la vida.

En su habitación tenía una extensión de la línea telefónica de esa casa, decidió desconectar el aparato al igual que el de la sala y de la habitación principal. Aún así, el chef tocó a su puerta, tenía el teléfono de la cocina. No era nadie más que Leonor que llevaba rato intentando contactarlo, declinó la llamada.

Habiendo llegado el fin de semana de la reunión, Louis ya se encontraba con su equipaje preparado y en el rellano de las escaleras mientras esperaba su escolta o chófer o lo que fuese.

Tuvo un trayecto largo llegando a tiempo para el almuerzo inaugural. Ya estando en la entrada de la casona, más personal lo recibió, lo anunciaron justo como en las películas, todo era tan finamente elegante cosa que a Louis no le incomodaba pero tampoco disfrutaba. Recorrió un último pasillo antes de llegar al comedor y estando justo detrás de dos enormes puertas de madera tallada, algo en su interior le decía que sería la novedad, causaría murmullos en cuanto entrase pero, no podía esconderse. Su estómago se apretó, bajó la mirada e inclinó un poco su cabeza hacia la derecha. Permaneció así durante unos segundos.

-No tolero esto, madre.

-Tendrás que aprender a vivir con ello -la señora alizó un poco sus faldas para después tomar postura y elevar la barbilla.

-No puedo simplemente ofrecerle mi cariño solo porque sí, esto no es justo para él -el reproche continuó.

-Eso hubieses pensado antes de dar marcha con todo esto y, quieras o no, lo mejor será que te muestres vulnerable con el señor Tomlinson, después de todo, primero acaricias el caballo para poder montarle.

La reina entró al salón cuando fue anunciada y las puertas principales se abrieron y justo por un error en la copia de los itinerarios del personal, las puertas opuestas se abrieron anunciando al joven Tomlinson, quien dejó de jugar con sus dedos, bajó sus manos colocándolas a sus costados, caminó un poco aún con la mirada baja, sin ver a su publico sabia que todos en ese salón ya lo estaban viendo por lo que inmediatamente procedió a realizar una reverencia y después a elevar la mirada aun con su cabeza baja haciendo aún más encantadora su mirada

El Príncipe Tomlinson. La Verdad Detrás Del Cuento  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora