ocho

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Palpar esa voz era imposible. Lo más parecido era tocar esa boca y ese cuello,mas prefería no hacerlo. Era estímulo suficiente esa voz de soprano ligera spinto que Yume tenía. La muchacha no le hizo demasiados cuestionamiento respecto de ese lugar donde la llevó,como tampoco hizo comentarios respecto a la ropas que le dió y la comida que le sirvió,pero fue obvio para Whis,que le llamó la atención y como no iba a ser llamativo que todo lo que él le entregó,para hacer allí su estancia agradable.El ángel no le iba a decir que la observó por días en la intimidad de su casa,de su habitación y demás.Se lo calló no porque sintiera que hizo algo incorrecto,sino porque ella no se lo pregunto y tampoco venía al caso dar explicaciones al respecto.

Apenas un día pudo Whis, disfrutar de la compañía de la muchacha y sus expresiones segmentadas que le gustaban tanto,pues su señor despertó súbitamente y debió salir a su encuentro. Para su suerte,Bills seguía resistiéndose a despertar del todo por lo que no noto que su asistente se tardo más de lo normal en aparecer. Sentado en su cama Bills,miro al ángel, de pie allá abajo,mirándolo con su habitual expresión y diciéndole esas típicas frases de cortesía acartonada a las que la cantidad de veces usadas,le había restado intención.

Con que fastidio Whis,vio a su señor bajar de esa cama suspendida en el aire,para saltando juguetonamente entre esos escombros,descender hasta quedar de pie frente a él, viéndolo con esa expresión de juez inquisidor que ponía cuando detectaba alguna anomalía en la actitud de su asistente.

-¿qué has estado haciendo,Whis?-le pregunto el dios.

Un cuestionamiento inusual. Bills jamás le preguntaba que hacía mientras él dormía ¿es qué dijo o hizo un gesto fuera de lo normal? No,actuaba con naturalidad. Entonces ¿a que venía esa pregunta?

-oye Whis ¿qué te pasa? Te hice una pregunta-le señaló el dios ahora con un tono más agresivo.

Se estaba tardando demasiado en responder,pero es que no sabía que había de diferente en él,que despertaba la perspicacia de su señor. Un ligero gesto que Bills, hizo con la nariz se lo señaló ¡el olor! El aroma de Yume debía estar en él.

-fui a la tierra a degustar los nuevos postres de una cafetería a la que suelo ir cuando usted está dormido-le respondió con la sonrisa que ponía al hacer una declaración semejante y genuina.

-¿asi? Bueno preparame el baño...quiero refrescarme un poco-le dijo después de un rato.

Que el olor de una camarera se quedara impregnado en él,no era algo improbable y su señor dió muestras de estar satisfecho con esa respuesta.Le preparó el baño y como acostumbraba permaneció allí informándole de cosas irrelevantes que ocurrieron en el universo en esos días de sueño. La sustancia que Whis le daba a su señor inducia el sueño,pero no lo sostenía debido a la resistencia natural que tenía el dios a los fármacos de esa naturaleza, de modo que nunca podía estar seguro de cuanto tiempo iba a durar su jornada de sueño del dios. Le hubiera gustado que fueran meses o al menos semanas,pues así tendría tiempo para disfrutar de las funciones de su diva,sin embargo,con el dios despierto su tiempo se había reducido a los escasos momentos que él le brindará para ir a ocuparse de algún asunto y con lo demandante que era su señor, sus posibilidades de componer una pieza musical eran nulas. Para colmo la muchacha quedaba sola en esa habitación apartada y eso podría ser perjudicial para los ánimos de Yume. Pensaba en eso mientras le acercaba la bata al dios que le pedía algo delicioso de comer y él le nombraba algunas posibilidades.

Cocinar era agradable,le gustaba hacerlo,pese a las constantes interrupciones de su señor con cosas como: ¿cuanto falta Whis? ¿ya está lista la comida? ¡tengo hambre! ¡te tardas demasiado! ¡huele bien! ¿por qué tardas tanto? y ahí estaban las respuestas acondicionadas de: "ya casi está listo" "ya casi terminó" "no sea impaciente"
Dispuso los platillos para su señor en la mesa del comedor y él, se quedó de pie a su lado mientras este disfrutaba del banquete.Lo miraba fijamente, con cierta intensidad. De pronto
le disgustaba ver a Bills a comer. El dios no tenía malos modales, tampoco los más refinados y su conducta en la mesa nunca fue algo que le causará molestias al ángel,ahora de pronto le era motivo de desagrado. Lo miraba, no dejaba de mirarlo sin perderse detalle de los gestos que hacía al morder,al masticar,al tragar,al limpiarse la barbilla cuando algo le escurría de la boca y siempre le escurría algo por su fisonomía.

Mi Sombra no tiene derecho a la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora