Seis

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Yume llevaba días con la tristeza atorada en la garganta. Hubiera querido poder decírselo a alguien,pero nadie la visitaba, ella tampoco salía y no podía expresar su dolor,su soledad y su pena,en palabras, de forma fluida. Eran sentimientos demasiado extensos para las cortas declaraciones que ella, siempre empleaba para comunicarse. Sentimientos que siempre reprimía y liberaba en un goteo que nunca la hacia sentir liberada,sino ahogada en un océano en el que luchaba por mantenerse a flote.

Era cantando la única forma en que Yume, podía manar con plenitud para luego desbordarse, mas la música no existe sino hay quien la escuché y ella moría en la soledad de esas paredes,con un sin fin de voces en su garganta. Fue tanto,tanto ¡tanto lo que tenía allí acumulado! Que debió buscar una forma de desahogo y pensó que el silencio de la muerte aplacaría ese concierto en su ser que no dejaba de sonar y que iba in crescendo a cada instante. Estaba en las puertas de ese abismo callado,cuando ese ángel la trajo de vuelta.

Él le había solicitado una función privada,un concierto sólo para sus oídos y Yume,estaba deseosa de que la oyeran,pero también de que vibraran con ella, de alguna forma ¿podría él,sentir algo de  ese amasijo de emociones que sacaría fuera a través de una canción? Tendría que averiguarlo y por eso cantó para Whis,reclamando su atención,
pues si iba a darle una función íntima todos los sentidos de ese ser debían estar puestos en ella y lo estuvieron.

Yume podía ver esos ojos amatista fijos en su persona, como también las tribulaciones escondidas en el fondo de esas pupilas. Ella podía percibir el ligero temblor en el cuerpo de ese ángel,su respiración anormal,el aumento de su pulso cardíaco,su piel erizada y por tanto saber que su música o su voz,tal vez ambas, eran capaces de causar en él lo mismo que en ella;un éxtasis de liberación. ¿Qué soltaba ese ángel? No lo sabía,pero ella dejó fluir su tristeza,esa que su capacidad para hablar segmentaba ahogandala,pero que en su canto  fluido rebasaba. Juntos alcanzaron ese punto más alto, para caer con la huella de la experiencia palpitando en sus personas.

La mano de Whis en su barbilla y esa caricia en su labio inferior le causaron un sutil escalofrío.

-diva...¿quiere ser mi diva?-le pregunto él.

Ella apenas oyó esa pregunta. Su atención estaba puesta en otra cosa. Dio un paso adelante buscando poner su mano en el pecho de Whis,algo que él no evito. Pudo sentir la humedad de su sudor a través de su ropa,era muy tenue,como también lo era la vibración de su ser. Algo tan sublime que nunca hubiera podido poner en palabras.

Whis dijo eso sin pensar demasiado,pero es que sus sentidos aún no volvían del todo a su lugar. Pero de algo si estaba seguro;quería volver a sentir aquello una vez más ¡no! muchas veces. Quería que la sombras en su interior escaparan por un momento, de esa forma intensa e inofensiva. Quería volver a perder los sentidos para entregarse por completo a esa experiencia semejante a alcanzar el nirvana.

Miro esa mano sobre su pecho después de unos minutos. Apenas noto que ella, lo estaba tocando. Su mano estaba tibia,la sentía a través de su ropa como si le estuviera tocando la piel e incluso más allá. Se sintió por completo desnudo,al descubierto de una forma muy distinta a la de ser sorprendido sin atuendo, mas no sentía vergüenza por aquello.

La pregunta que le hizo no tenía aún una respuesta y la verdad tampoco sabia que respuesta quería escuchar,de modo que guardo silencio y se sentó en la silla,que estaba junto a la cama, pero no de la forma en que acostumbraba. Arqueo la espalda hacia delante y apoyo el antebrazo en su rodilla para bajar la cabeza mientras miraba el espacio entre sus pies. Muchas eran las cosas que seguían exaltadas dentro de él,por eso quería calmarse antes de hacer o decir cualquier otra cosa. Levantó la mirada y se encontró con Yume,sentada en la cama mirándose las muñecas. Al notar que él la miraba apartó la vista.

-gr gr gr gra gra-ci... Gra-cias-le dijo la muchacha.

A Whis le fascinaba esa forma de hablar de la joven. Se sonrió en respuesta.Yume le preguntó si ya se iba a lo que el ángel,tardó un poco en responder. Alguien toco a la puerta en ese momento y Yume,corrió al baño para quitar el tapón de la tina. Le hubiera gustado explicarle a Whis quien llegaba,pero al ponerse nerviosa su tartamudez empeoraba así que no fue capas de decir una sola palabra y al ver su angustia, el ángel se levantó para decirle:

-volveré en otra ocasión,mi diva...

Salió volando por la ventana bajo la mirada de leve sorpresa de Yume,quien se despidió de él agitando su mano.

Whis retorno al templo del dios de la destrucción. En ese edificio sombrío y fresco él,disponía de una habitación para descansar. A solas,en ella,se despojo de esa túnica pesada y de todo el atuendo para saltar a su propia tina que era un pequeño estanque. Él no requería de cosas como esa,pero tenía incluso una cama para no hacer sentir incómodos a sus señores. Él no dormía y en teoría tampoco necesitaba comer. Él,como todos los ángeles eran formas de vida complejas que poseían un cuerpo físico y la carne siente más de lo que la mente puede expresar. Para él,como para todos los demás,es natural mantener sus emociones, opiniones y cualquier acción subjetiva restringida,pero siguen estando ahí y él apenas si se atrevía a explorarlas a solas en ese refugio.

La voz de Yume exaltaba todas y cada una de sus emociones. Siempre supo que el sonido tenía en él ese efecto,mas nunca antes había encontrado un sonido capaz de causarle ese orgasmo emocional  que le provocó aquella privada función de ópera. De sólo recordar aquella melodía se le erizaba la piel. De sólo recordar esa boca, específicamente esos labios algo en su interior se agitaba violentamente exigiendo salir,pero no. No podía liberar aquello. Esas hambres que le surgían a veces,esos apetitos ajenos a la deliciosa comida que degustaba,eran necesidades que escapaban a la conducta de su estirpe.

Su estirpe...la más poderosa de todas quizá y aún así sometida a la voluntad de mortales convertidos en dioses. Muchos podían creer que aquello era injusto,mas no lo era. Ese era el labor por el que ellos existían. Lo que si era inicuo,al menos para Whis,era el hecho de haberle dado emociones y no poder emplearlas en plenitud, mas si lo pensaba detenidamente,aquello también tenía una explicación razonable. Entonces de una forma,cuya definición no parecía existir,él consideraba aquello algo arbitrario.

Salió del agua,se seco y se vistió para ir a atender su rutina. Revisó que su señor estuviera bien. Dormía,curiosamente bastante tranquilo para otras ocasiones. Escapo del interrogatorio del pez oráculo, disfruto algunos platillos deliciosos e intento apartarse el recuerdo de aquella experiencia, pues lo dejo algo temeroso de lo que descubrió de si mismo. Mientras hacía lo de siempre tuvo tiempo para meditar respecto a las emociones agitadas en su interior y descubrió una sombra amorfa que le reclamaba la libertad. Una sombra inmensa y famélica,pues estaba privada de alimentos desde siempre,sin embargo,era mentir decir que no deseaba experimentarlo otra vez, una vez más o tal vez más de una.Ella,su diva,el fuego que iluminaba los aposentos de su mente,de su alma y de su corazón ¡tenia que verla de nuevo! ¡tenia que oírla de nuevo! Porque el recuerdo en su memoria auditiva,no hacia justicia a esa voz. Decidió volver.

Era de noche y la muchacha oía desde su habitación,el futuro que sus tíos discutían para ella. Hasta esa tarde no sabía tenía tíos,
ahora estaban ahí decidiendo qué hacer con ella, pero ninguna de las opiniones que escuchaba se oía bien. Se recostó en la cama con un camisón azul que más parecía un vestido y se quedó allí pensando en cosas que nunca antes había considerado siquiera,hasta que algo la hizo voltear y se encontró con ese ángel de sonrisa amable y distante.

-buenas noches-le dijo con voz apacible y le tendió la mano. 

Yume la miro esas falanges mientras se secaba una solitaria lágrima que brotaba en su ojo derecho.

-espero que haya considerado mi propuesta.¿qué dice? ¿quiere ser mi diva?

Para cuando los tíos de la muchacha fueron a su habitación,Yume ya no estaba.

Mi Sombra no tiene derecho a la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora