Treinta y cuatro

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Whis pasaba siglos solo en ese lugar,pero nunca antes se había sentido más desolado y nunca antes el silencio había pensado tanto. Era como si el aire se hubiera puesto denso y le aplastara los hombros Como si respirar fuera algo difícil y como si la comida hubiera pedido sabor.

Estaba ahí, levitando junto a la cama de su señor, que era tan problemático que más de una vez considero matarlo y decir algo como que estaba apunto de hacer algo terrible. Si,no quería a Bills en un principio,tampoco ahora. Se había acostumbrado a él ciertamente y con el tiempo le parecía menos terrible,mas tolerable. La fuerza de la costumbre quizá. El tiempo cambia todas las cosas,ni él permanecía tan inmutable como creia. Era viejo,muy viejo. Parecía un joven,pero era sólo su aspecto;en el fondo era un ser más viejo que el mundo que habitaba.Viejo si,cansado también de una forma en que nadie podría entender salvo otro de su estirpe,pero pudiendo sostener conversaciones con ellos a través de su cetro,no lo hacía. Ninguno lo hacía. Cada quien en su mundo o universo,aislado.

Miraba al dios y pensaba en despertarlo para dejar de pensar en Yume y sentirse así; comprimido. Nunca extraño a alguien o algo,ahora si y era una sensación desagradable. Como un hambre constante o similar.
Pensaba en despertar a Bills, pero mejor no porque si lo fastidiaba era capaz de golpearlo para dejarlo en coma. Se sentó en el borde de la cama y contemplo esos escombros flotantes. Cualquiera que visitara ese palacio pensaría que él, lo mantenía en perfecto orden y limpio,pero no era verdad. Esos trozos de piedra flotando eran prueba de ello. Las alarmas explotaban y sus fragmentos quedaban ahí ¿por qué no limpiaba? Buena pregunta. Pasaba lo mismo en varias salas de ese palacio que estaban llenas de escombros y basura,cosas en desuso y trastos olvidados. En resumen sólo se veía bien lo que saltaba a la vista y el resto,pues como no tenían que pasar por ahí o no le era relevante no se molestaba en cuidar de ello y se deterioraba. Era un holgazán.No del todo,pero en gran parte.

Llevaba dos días sin Yume y ese mundo lo estaba ahogando. No quería imaginar,ni pensar en cómo su padre debía estar disfrutando de esa voz y de ella.
¿Que sentimientos,qué pasiones y que pensamientos estaba desatando su diva en el Gran Sacerdote? ¿tendría los mismos deseos que él? y si así era ¿le surgiría también ese deseo por ella? No,no podía ser. Su padre era el Gran Sacerdote y él no sucumbía a ese tipo de cosas,
pero ¿por qué se la llevó? ¿quería castigarlo por  comportarse como un mortal? Porque esa era la única falta que había cometido. No estaba dejando de lado su deber como ángel guía,no había roto su ecuanimidad;sólo se permitió sentir y entregarse a sus pasiones,mas no del todo.

Pasión,esa palabra albergaba muchas definiciones. Pasión, pasiones. Sentimientos,afectos y anhelos desordenados,afición vehemente a algo,a alguien.
Intranquilidad,exacerbación; palabras que pasaban por la cabeza de Whis,mientras pensaba en su diva. Se apartó del dios y se fue a caminar por ahí.

Su sombra estaba por completo al descubierto,pero callada; mustia. Podía cantar ahora,pero no tenía ganas de hacerlo. Solo quería oírla a ella,verla,sentirla y tenerla. Esa noche llegó hasta esa habitación y de sentó en la cama. Era algo pequeña para alguien con su estatura,pero si tomaba una posición más o menos fetal, caía perfectamente. El olor de la muchacha estaba impregnado en las mantas,mantas suaves y frías sobre una cama blanda. Cerro los ojos un momento y la evocó. Ella era suave,blanda y tibia,su corazón palpitaba tranquilo. Ese momento en que se durmió en el pecho de la muchacha y que lo condujo a ese sueño donde hizo verdad su más secreto deseo,lo torturaba.

Cerro los ojos y durmió para soñar y encontrarla. Los sueños son el consuelo de los mortales, la conexión con esa parte inconsciente donde mora la verdad en su estado más puro, entre otras cosas. Fue en el sueño que Whis, alcanzo esa noche que se enfrento a la verdad negada.
La vio entre la oscuridad y camino hacia ella,pero ella corrió alejándose y lo espero un poco más allá. Fue hacia ella otra vez, mas ella volvió a huir.

Mi Sombra no tiene derecho a la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora