veintiocho

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Fue un sueño bastante placentero, por decir algo, y cuando termino lo abandonó de inmediato. Abrió los ojos y la imagen de esa habitación le era borrosa. Parpadeo un par de veces, la nitidez del panorama mejoró. Yume se había dormido sentada en el suelo con los brazos y la cabeza apoyados en el costado del diván. Su cabello rubio relucia con la luz que entraba por la ventana,era media mañana quizás. Se levantó hasta poder sentarse,la sensación del despertar era un tanto extraña. Se quedó ahí con algunos mechones de cabello cayéndole sobre el rostro,el mismo que cubrió con una mano dejando entre sus dedos,el espacio para que su ojo izquierdo quedará al descubierto. Se puso de pie lentamente y camino hacia el lugar donde estaba su cetro para tomarlo,mas entonces volvió su atención a la muchacha y recordo sus sueño al abrigo de la oscuridad.

Era todavía más extraño que despertar,ver a Yume ahí dormida tan distante como siempre,cuando en sus sueños la tuvo tan cerca. La miro y esa imagen se contraponía a las otras que ahora tendría de ella,como en una realidad alterna. La llamó para despertarla, pero Yume no respondió más que con un suspiro. Estiro su mano hacia la cabeza de la muchacha,pero la dejó estática a escasos centímetros de alcanzarla ¿qué iba a hacer? Recordo las palabras del pez oráculo,sacudió la cabeza y la cargo para sacarla de ese lugar. La dejo en la habitación del palacio,que le habían asignado y salió hacia otra no muy lejana que estaba prácticamente desnuda de mobiliario. Allí se quedó por varias horas.

Yume despertó unas horas después y encontró la caja de música a su costado,junto a esta habían varias hojas de papel. Las tomó mientras se sentaba en la cama y tras darles una mirada descubrió lo que eran;siete arias
de óperas y operetas que debía ella practicar en el orden allí determinado y en la forma allí dada. Había también una nota con otras especificaciones como ir a cierta habitación del aquel palacio. La muchacha se dio un baño primero para luego ir allí,mas al volver a la habitación para vestirse, se encontró con el dios sentado en su cama con los brazos y piernas cruzadas,con una mirada de inquisidor que la dejó inmóvil. Poco le importaba a Bills que esa muchacha acabará de salir de la ducha y sólo llevará encima una pequeña bata,él quería saber una sola cosa...

-¿donde está Whis?-le pregunto bruscamente.

-fue a preparar el lugar del concierto-le respondió,pues eso le dejó escrito en una de las notas.

Bueno si eso era así,no podía decir algo al respecto. Se quedó mirando a la muchacha como si tratara de adivinar qué estaba pensando,porque Yume le era un total misterio. Ni tonta, ni distraida era como para no darse cuenta que Whis,era un ser con un poder tremendo al que ella podía manipular a su antojo. Si ella quisiera o se propusiera lograr que el ángel rompiera su ecuanimidad para favorecerla o recompensarla,probablemente lo haría ¡si estaba idiotisado por ella o su voz! daba igual,eran lo mismo. Nunca antes ese ángel había estado así de agitado como desde que llevó a la muchacha a vivir ahí. Bills tenia ideas de que era lo que ese ángel quería de ella exactamente,pero no era asunto suyo lo que pasará entre esos dos,mas temía que lo llegará a afectar de algún modo. Claro eso no le impedia molestar al ángel hablando con Yume o acercándose un poco más de la cuenta,le resultaba gracioso ver a Whis molesto,pero también le causaba una incomodidad ajena a las ganas,que probablemente, tenía su maestro de darle un escarmiento.

A Veces a él le surgían ciertas hambres que saciaba con alguna conquista de una sola noche,pero al final de eso solo su cuerpo quedaba tranquilo,lo demás seguía agitado. Alguna vez se lo comentó a su asistente,quien mostró un gran interés en aquel tema,pero a él le hará algo incómodo tratar esos asuntos con Whis. Bills no tenía mucha intimidad con Whis siempre a sus espaldas,a su lado día tras días,tras día y a donde quiera que fuera. Pero no estaba presente en esos momentos, esos instantes eran sólo suyos y por eso los resguardoba tan celosamente,quizá Whis sentía algo parecido...pero la forma en que esa mujer terminaba de calzar en esa posibilidad,era la que le encajaba. Esa mujer le sembraba tantas dudas y lo llevaba a cuestionarse tantas cosas.

Mi Sombra no tiene derecho a la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora