A Whis podia leerlo a este otro no. La primera vez que cantó para él,fue sencillo,pues sólo le pidió que cantará,ahora en cambio le pedía algo en específico que ella,no podía darle o más bien que no quería darle. Yume sentía con Whis una conexión,con este individuo no sentía absolutamente nada más allá de un recelo. Era como estar delante de una pared de piedra tan alta y extensa que no te dejaba ver que había más allá y ni siquiera imaginarlo.Se quedó viéndolo un momento y recordo que Bills, le había hablado de él no mucho,pero lo suficiente para entender que era un ser de gran relevancia y sobretodo una autoridad incuestionable a la que sencillamente se obedecía. Whis le dijo que era su padre,parecia al revés si se basaba en su aspecto,pero la fachada es engañosa incluso entre los mortales. Lo miraba insistentemente hasta que Daishinkan,borró su sonrisa para preguntarle si había algún problema con su petición.
-no,señor...
-muy bien,comience entonces.
-en seguida,pero antes podría bajar la luminosidad de este lugar
Una petición que llamó la atención del Gran Sacerdote,pero que la cumplió sin hacer preguntas. Así aquella vacía habitación término en penumbras. Yume respiro profundo antes de hacer unos pequeños ejercicio de voz,pues lo que escogió cantar para Daishinkan,era algo que se alejaba un poco de lo habitual, un pequeño reto auto impuesto que no daba cabida al error.
Comenzó enérgicamente inyectando el dramatismo necesario,en cada una de sus palabras,procurando no perder la fuerza en los agudos. Alcanzar las notas altas era sencillo, brillaba en las coloraturas ,el reto era no perder la fuerza expresiva en su centro."La reíana de la noche",un aria extraída de la flauta mágica. Un canto en que está monarca le exige a su hija se vengue en su nombre o de lo contrario ya no lo vería más como tal y la repudiaria en el abandono;esa fue el aria escogida para Daishinkan y que oía sin perder detalle de los gestos y movimiento que hacía Yume para interpretar esa terrible pieza.
Pero no sólo la figura de esa muchacha que,discordaba con la de una reina sedienta de venganza,capturaba la atención del Gran Sacerdote. Él estaba perdido en la capacidad de Yume para interpretar notas rápidas sucesivas que parecían entrar por sus oídos como un ejército de agujas, que luego caían en un abismo insondable para cualquiera que se asomara a ver, pero no para él,que sabía perfectamente que cosas estaban en letargo allí dentro.
Las tenía en perfecto orden y no le molestaban en lo más mínimo, pero de tanto en tanto, discretamente y fiel a ese estilo de "hago lo que quiero aunque no parece que lo estoy haciendo" el Gran Sacerdote, se permitía soltar deliberadamente una de esas sombras que ahora se agitaban extendiendo su manos a lo alto,al compás de los stacatto que hacía esa voz intoxicante, cautivante y con un poder tal,que sobrecogia a un ángel y también a su padre que se exponía a ella con un deleite que sólo él,podía comprender.
Cerro los ojos un momento para visualizar sus sombras intentar treparse por el muro del abismo de forma desesperada deseando alcanzarlo. Todas exaltadas, anhelando dominarlo aunque fuera un momento y en esa guerra desatada ninguna conseguía alzarse lo suficiente para alcanzar, su mano extendida hacia ellas con el desprecio de quién tiene el dominio y el poder.Mas desde el fondo,desde lo más bajo, apareció una sombra pequeña y ágil que pasó sobre las otras para alcanzar la pared de roca y ágilmente subir hacia él,de una forma que parecia ganar impulsó con cada nota que escapaba de labios de Yume que entre más subía,más alzaba a esa sombra que por poco y toma la mano del Gran Sacerdote,mas al callar la muchacha en un vertiginoso final, esa y todas las otras sombras se desvanecieron. Daishinkan abrió los ojos lentamente y se encontró con esa muchacha parada delante de él, con una mirada de todo y nada al mismo tiempo,la que él respondió con su habitual sonrisa que era señal de muchas cosas o de ninguna.
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Mi Sombra no tiene derecho a la noche
FanfictionLa música ha sido el deleite de los dioses desde tiempos remotos. Nadie queda indiferente al embrujo de esas notas capaces de remover los decidimientos del alma de los hombres y hasta de los ángeles. ¿Qué hay detrás de la perfecta y ecuánime fachada...