Treinta y cinco

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-Me pide demasiado,señorita Yume-le dijo Daishinkan.

-me parece un precio justo-le dijo ella-yo nunca diré lo que he visto de usted...Además me lo ofreció, no puede retractarse ¿es que la palabra del Gran Sacerdote no vale nada?

Daishinkan la miro sin dar señal de algo. La miro y la siguió mirando hasta que asintió con la cabeza y se retiró.

Yume no era la primera mortal con esa combinación mortífera de talentos,pero si la primera que llegaba con ellos. Los otros, que habían surgido en los universos, solían pasar sus vidas sin usar las armas con las que la naturaleza los dotó para someter a los ángeles. Los ángeles no son tan distintos a los humanos en morfología,tampoco en su composición;lo verdaderamente distinto era su naturaleza. Una que los mortales nunca entendían. Cosas como su ecuanimidad,lo llamaban indiferencia,frialdad. Se les acusaba de insensibles,pero eso era una acusación injusta. Ellos sienten también,sólo que de otra forma. De otro modo,pero sentían. Ela comprendía esa forma,por eso era tan terrible y peligrosa.

Vergüenza y miedo eso sentía Whis,respecto a su más grande anhelo,uno que callaba incluso a si mismo. Surgió hace mucho tiempo,en una de esas miradas que daba al universo,vio por casualidad aquel acto que no era nada especial para él,e iba apartar la vista cuando noto algo particular en esas dos criaturas. Una profunda conexión que dejaba una huella el uno en el otro. Siguió observando todo de esos seres,toda su vida de hecho, como quien mira una novela a través del televisor. Esos seres se separaron después de un tiempo,mas seguian llevando la marca del otro con ellos y a veces se evocaban y hablaban a otros de aquel. Había entonces en ese acto algo más que placer,pero sólo si era con una persona particular,alguien con una conexión a nivel emocional muy fuerte,pero para eso había que conocer al individuo y usar las emociones,cosa que él manejaba de forma restringida. Fue por eso que con ese individuo de antaño no logro nada. Le interesaba, pero no había conexión alguna.

Con Yume en cambio todo fluía, no te tenía que explicar algo ella lo entendía. Yume sentía al mismo ritmo que él,por eso podían vibrar a la misma vez. Era algo mágico y aterrador,
sentir que eso que se agitaba en ella se agitaba también en él,con la misma vehemencia o la misma calma. Ver cómo sus sombras se agitaban según esos labios se iban moviendo,cual si fueran el director de una orquesta que llevaba el compás de sus emociones y la voz ¡oh esa voz! oscura, misteriosa, grave, suave, violenta,exitante;capaz de remover la más remota partícula de su ser y ella tan calma,tan distante; seductora diestra que le daba y quitaba a la vez. Era su total esclavo y estaba bien. Ella sólo le brindaba cosas gratas, cosas placenteras.Le quitaba cargas,le aliviaba fatigas y lo exaltaban de una forma tan sublime que era imposible no quedar de ella embriagado.

Deseo si,eso era. La deseaba en más de una forma,mas todas nacían del mismo sentimiento que no buscaba y se encontró por casualidad,pero es que era imposible que no surgiera. Él mismo lo entendía así. Si ella podía ver de él todo lo bueno, todo lo malo,sino rechazaba sus ridículos deseos y hasta los aceptaba entonces era imposible permanecer indiferente a Yume. Fue su falta de experiencia lo que no le prometió darse cuenta que ella empezó a sentir aquello a medida que él,se le iba entragando más y más al punto de darle pleno dominio sobre su persona, con la confianza de que ella no iba a tomar ventaja de eso. Una cosa se fue mezclando con la otra y eso volvió todo más confuso,en especial para él, que veía en su sumisión a ella sólo el descanso placentero de no tener el control. Ignorando lo seguro y feliz que estaba bajo ese dominio tácito, que le daba sobre sus emociones y todo lo demás. Cegado sólo por ese placer es que ignoro su deseo por Yume y su real orígen. No era curiosidad por su boca,eran las ganas de besarla y no era curiosidad por su garganta porqué miraba ese cuello terso,era el deseo de su piel y de descubrir que guardaba dentro de ella, porque sabía mucho de Yume, mas sólo en lo superficial. Pasó de lo que ella le mostraba de su ser;no le prestó atención.

Mi Sombra no tiene derecho a la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora