Capítulo.- 40

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Una taza de color blanca es colocada justo frente a mí, taza con un líquido color crema demasiado espumoso con el vapor siendo expulsado de manera continua. Esta encima de un plato pequeño de cerámica del mismo color que aquella taza, taza que tomo con mi mano temblorosa para darle un ligero sorbo a lo único caliente que tengo a mi alcance.

Estoy empapada de pies a cabeza.

Cuando salí corriendo hacia un lugar —en donde pudiera aclarar mis ideas— la lluvia me tomo por sorpresa, de ser una ligera lluvia paso a ser algo verdaderamente fuerte, algo que me empapo por completo en menos de cinco minutos.

De mi cabello escurren ligeras gotas de agua, mi vestido se pega con facilidad a la piel de mis piernas haciéndolo demasiado incomodo... Estoy de espaldas contra la puerta del local, pero en uno de aquellos taburetes que estan frente a una mesa de madera alta, a un costado de la ventana adornada con plantas verdes y un cristal.

Nuevamente aquella chica se acerca a mí, colocando un plato blanco con macarrones franceses de chocolate. Miro a la chica quien me extiende una cálida sonrisa, poco después me mira de pies a cabeza y niega un par de veces para sentarse en aquel taburete que estaba frente a mí, bajo la mirada a la taza con café escuchándola soltar un suspiro entrecortado, mismo suspiro que me hizo llevar la mirada a la ventanilla.

─ ¿Qué hace una chica como tú aquí? Te ves bastante arreglada como para no estar disfrutando de una fiesta a la que seguramente fuiste.

─... Fue mejor salir ─respondo.

─ ¿Fue mejor? ¿por qué? Es decir... ¿no te gusto?

─... Me gusto, pero lo arruine, dije algo que lo arruino todo, hice algo que simplemente acabo con mi paciencia y... explote.

─Es lo mejor ─dice sincera─ explotar a quedarte con la molestia, con la tristeza, explotaste porque te sentiste sofocada, cualquiera en su sano juicio hubiese explotado... estando en la situación que tú te encuentras.

La mire al momento en que ella bajo del taburete, me dedico una sonrisa y después me acercó aún más aquellos macarrones franceses.

─Sé suficiente para ti misma Lily ─me dice en una sonrisa grande, frunzo mi ceño con delicadeza─ el resto del mundo puede esperar. Felicidades por tu matrimonio.

Ella, comenzó a alejarse hacia la cocina de aquel lugar aun cuando mi atención estaba en su cabello largo y ondulado de color castaño, en su piel blanca y su figura delgada, aun cuando aquella cálida voz seguía repitiéndose una y otra vez en mi mente... Una voz tan angelical que a decir verdad no podía reconocer a la chica ni siquiera por su voz.

Con pantalones negros y una blusa blanca con el logotipo de la cafetería, zapatos de piso color negros y una cadenita de oro sobre su mano derecha, la chica se convirtió en un verdero misterio para mí, misterio porque sabía mi nombre, misterio porque se me hacía familiar de algún lado pero... Jamás la había visto.

Con mis ojos levemente hinchados aparte mi mirada de aquella mujer, de aquella cocina, baje la mirada a la taza volviéndola a tomar para darle un sorbo. Una corriente fría me atraviesa la espina dorsal, me abrazo a mí misma al bajar la taza y entonces miro los macarrones estirando mi brazo para tomar uno.

Lo muerdo, el crujir y el sabor son exquisitos, una combinación tan perfecta de una galleta poco redonda y de mucha cobertura y una taza de café tan caliente... que me calma todas aquellas penas, pero solo por segundos.

KRYPTONITE |[SG Libro 2]|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora