𝓔𝔁𝓽𝓻𝓪 - 𝓓𝓪𝓻𝓲́𝓪 𝓶𝓲 𝓿𝓲𝓭𝓪 𝓹𝓸𝓻 𝓮𝓵𝓵𝓸𝓼

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Doce treinta de la noche...

No hay ningún ruido más que las sirenas a lo lejos de aquellos autos de policía, los sonidos a lo lejos de algunos autos que arrancan con desesperación o simplemente autos que suenan sus claxon a altas horas de la noche.

Sonidos que no es raro escuchar, no después de vivir durante años en una ciudad que aun de noche mantiene la actividad de sus cuídanos, personas que apenas regresan de sus trabajos o incluso personas que si bien podría decirse van a cumplir con sus respectivos trabajos de noche.

Meseros en los lugares más activos por la noche, aquellos bares egocéntricos o restaurantes lujosos que se dan el gusto de pagar bien a sus meseros, buenas propinas ganadas y un sueldo que es para morirse... No en cualquier lugar te pagan una gran cantidad de dinero, no en cualquier lugar recibes tan buenas propinas, es decir... los bares son la mejor opción para ganar buen dinero de las propinas, con gente ebria que casi sale gateando del lugar.

Subo el cierre de aquella chaqueta una vez termino de colocarme los zapatos, aún estoy sentado sobre aquella cama, dándole la espalda a la hermosa mujer que se ha perdido en un sueño profundo, donde solo sus piernas se mueven por inercia y sus suspiros relajados causan una tranquilidad en mí.

Fue un día largo para Lily, quien no perdió la pista de rastrear a Banner hasta el cansancio, además de trasladarse de un lugar a otro sin la posibilidad de descanso apenas si comió algo durante todo el día, fui yo quien se aseguró de que comiera algo, después de todo hemos estado trabajando juntos en hacer de esta relación un poco más normal y menos extraña.

Así como ella se preocupó por mí en un cierto momento por verme tan afectado por lo pasado —aquel aborto espontaneo— mi mediocridad como su pareja, mi desinterés por su seguridad, por su salud, por su felicidad... todo eso incluyendo nuestra horrible y pasada discusión, la he estado arreglando de una manera en la que me di cuenta de lo que tenía, de lo que estuve a punto de perder por mi completa idiotez.

Según yo, no quería perder a la mujer que se volvió la más importante en mi vida y por mi ignorancia, estuve a punto de perderla.

Casi un mes de aquello, casi un mes en donde he estado poniendo todo de mi parte para poder hacerla ver que de verdad la amo tanto y que por ella y por nuestra hija, daría la vida.

Con delicadeza me coloco de pie para no hacer movimientos tan bruscos y evitar despertarla, un suspiro me abandona cuando quedo de frente mirándola, tan relajada con su rostro tan tranquilo y su cuerpo tan quieto, con aquellas rosadas mejillas apenas tenues a la luz de la luna que entra por la enorme ventana, con una mano debajo de la almohada en una postura bastante cómoda.

Tomo el celular que estaba en la mesita de noche así como la billetera con algunos dólares dentro de esta y una vez la billetera estaba en mi bolsillo trasero me aventure a caminar hacia la puerta de madera la cual, al tomar de la perilla la abrí con ligera velocidad.

─ ¿Mike? ─su voz es un dulce y curiosa, un poco ronca y nada estremecedora.

Giro sobre mis talones encarando a la dulce mujer que se ha incorporado de la cama sentándose en esta con su espalda levemente recargada en la cabecera acolchonada, con sus ojos levemente abiertos no pierde el toque de seguirme con la mirada en cada acción que hago ya sea con mis manos o meciendo mi cuerpo de un lado a otro con lentitud.

Sus brazos estan desnudos y solo aquella blusa de tirantes color rosado que es de su conjunto de pijama son contemplados por mí, su cabello esta hecho un desastre ahora mismo, no la culpo, mucho menos cuando se mueve de un lado a otro a la hora de dormir.

─Te he despertado ─suelto en un susurro al cual, ella asiente con lentitud.

─ ¿Qué haces? Es tarde...

KRYPTONITE |[SG Libro 2]|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora