KRYPTONITE |[SG Libro 2]|

Capítulo.- 48

Un mes después
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─ ¿Hablaras ahora? ─Jayden, mira a la chica rubia que esta frente a nosotros, chica que no deja de mirarme con una mirada de odio, con una mirada tan fría que me llego a calar hasta los huesos.

─ ¿Y tu hijo? ¿dónde está la maldita felicidad en tu rostro, Collins?

Miro a la agente de policía que está detrás de la silla de Shena, es en ese instante que la oficial tira del cabello de la rubia con un poco de fuerza haciendo que Shena llevará su cabeza hacia atrás, con tanta fuerza que a decir verdad pude ver muecas de dolor en el rostro de la mujer.

Un mes, un mes largo lleno de problemas que no tenían un fin fijo, no tenían una meta clara de a donde llegarían, como terminarían, pero de lo que estaba segura completamente era que Banner y Bracco habían hecho bastantes tratos en este mes que paso, tratos con gente nueva, tratos que solamente iban tomados de la mano a terminar con los policías, a terminar con la gente de Davor, de Gabe... de Kendrick.

Eran situaciones en las que la angustia era tan grande al escuchar tiroteos, eran momentos escalofriantes aquellos en los que nos teníamos que turnar para vigilar grandes zonas entre todos, inclusive eran exhausto los momentos de desvelo por cuidar a nuestra gente, a nuestras familias.

En este mes hubo un incremento de asesinatos en la zona, así como incrementos de familias que salían de la ciudad rumbo a otras ciudades cercanas, familias que pensaban y apelaban por su bien. Pero creo, que aún hay personas que mantienen la fe en que la ciudad volvería a ser lo que era antes.

Una ciudad en donde se soñaba a lo grande, en donde los sueños eran cosa seria y prometedora... Si, quería recuperar esa ciudad del pasado también y sabía que la recuperaríamos costara lo que costara.

Ha sido un mes en donde también se han aprovechado oportunidades, oportunidades de poder aclarar un poco las disputas con Michael... Oportunidades en donde hemos hablado con claridad, en donde solo han sido palabras y pocos reclamos, en donde los gritos estaban muy escasos.

Habia hablado de tantas cosas con él, abriéndome a la realidad de mi dolor, dándole paso a esas heridas que apenas si podían cerrarse, abriendo paso al dolor de haber perdido a lo que pudo haber sido lo segundo mejor que nos hubiese pasado en la vida.

Él también está afectado...

Tan afectado que sigue aislándose, sigue torturándose con palabras que pude haber utilizado en algún momento para hacerle saber mi dolor, mi molestia. Se ha esforzado tanto que llego a enfermar, llego a estar en el hospital al menos dos ocasiones por toda la carga de la presión que tenía sobre él, por la depresión que estaba lentamente consumiéndolo en un silencio que ni yo misma podía interpretar.

Me estaba afectado el verlo de esa manera...

No lo deje solo...

No lo hice y fue porque prefería decirle que saliéramos de noche al central park, porque prefería tomarlo de la mano y llevarlo a sala a comer palomitas mientras veíamos toda clase de películas, mientras que ambos ayudábamos a Chris en su tarea o en leerle cuentos.

Fue entonces que él comenzó a hacer cosas que me sorprendían, aquellos mensajes de «Paso por ti en una hora, alístate, iremos a cenar» o las flores, aquellos detalles tan pequeños que comenzó a mostrarme, aquellos mensajes a toda hora del día estuviera en donde estuviera, las llamadas, la preocupación...

La atención...

Eran cosas que jamás hubiese esperado de él, eran pequeñas situaciones en donde las expresiones faciales causaban un fuerte dolor en mis mejillas, por las sonrisas, por las risas que habían nacido una vez más en ambos.