Recuerdos II

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—Yo apenas tenía seis años y tu papá Jarvis tenía once...

Hace años, muchos años, bueno, no tanto.

—¿Por qué tengo que venir a la escuela, mamá? —cuestionó con fastidio el pequeño Howard. —No me gusta la escuela... La mayoría de mis compañeros son burros.

—No digas eso, Howard, que seas un poco más inteligente que los demás no te da el derecho de tratarlos como tontos. —su madre suspiró cansada, solo esperaba que Dios le diera licencia, como dice la gente de antes, solo para ver a su hijo siendo padre de famila y entonces si lo entendería.

—Pero es la verdad...

—Maestra, aquí le dejo a Howard, tiene permitido jalarle las orejas si no entiende. —La mujer habló con una sonrisa aterradora hacia el pequeño mientras dejaba a su hijo en la entrada del salón.

—No se preocupe, señora. —sonrió maestra. —¿Ya ves, Howard? Tú mamá ya me dio permiso de jalarte las orejas por si te portas mal. —a lo que el niño solo asintió con inseguridad.

—Bien, hijo, ya me voy. —la mujer se agachó para darle a su pequeño un beso en la mejilla y viceversa. —Portate bien. —finalmente salió de la escuela.

La campana sonó, y todos los niños se formaron, hubo niños que querían seguir jugando otros en el chisme, pero por fin se formaron y entraron al aula.

—¿Ya medo vamos a comed, maesta? —preguntó un niño que todavía no podía pronuciar la "r".

—¿Así, maestra?

—¿Ya vamos a salir a comer?

—¿Me da pegamento?

—Maestra, él me está diciendo cosas.

Eran los típicos comentarios que escuchaba el pequeño Howard, ¿Es qué estaban mensos o qué? Desventaja de ser mucho más inteligente que muchos niños.

Stark suspiró con alegría cuando la campana para el recreo sonó, por fin podía comer la comida que su mamá le había preparado. La maestra los formó y salieron al receso a comer.

Y ahí fue donde Howard vio a un niño grande formado en la tiendita escolar, de inmediato supo que ese niño era de sexto ya que le doblaba la estatura.

A Través De Nuestros OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora