Colibrí III

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Sintió sus ojos pesados al momento de abrirlos y ahí se dio cuenta de que se encontraba en un hospital, le dolía gran parte de su cuerpo pero aun así hizo esfuerzo por moverse. Estaba vivo.

—¿Qué está...? —Preguntó a la nada ya que creía que estaba solo.

—¿Edwin? —escuchó aquella voz que siempre le traía problemas. —¿Despertaste? —se percató de como le cuestionó con preocupación.

—Tú... —giró levemente su cabeza y vio a su esposo sentado al lado de él. —¿Howard? ¿Qué pasó? —todavía no caía en cuenta de todo.

—En primera, me alegra que estés bien. —Stark apretó levemente la mano ajena. —En segunda, llevas dos semanas inconsciente, realmente me preocupé; y en tercera, un desgraciado que iba borracho al volante... Eso pasó.

—¿Dos... Semanas?... —se sorprendió.

—Sí, fue mucho y muy duro para mí pero finalmente ya estás despierto. —dijo Howard con cariño.

—Ah... —habló entre un suspiro de relajación y cansancio. —Debí tener más cuidado cuando fui a recoger a Tony... —y ahí fue cuando Jarvis se dio cuenta de que faltaba algo pues él mismo había guardado silencio.

—¿Edwin? —Howard entendió a la perfección la reacción de su esposo, respiró hondo y se preparó para ser cuestionado sabiendo la cruda realidad.

—¿Dónde está Tony? —Jarvis quería verlo y abrazarlo, quería verlo para asegurarse de que estuviera bien pero al no tener respuesta por parte de Howard, volvió a preguntar con desesperación y miedo. —¿Dónde está mi hijo, Howard?

A Través De Nuestros OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora