Dibujo III

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La maestra guardó los dibujos en la carpeta y miró seriamente a los dos hombres, suspiró cansada pues en realidad era un problema bastante serio ya que Tony solo tenía cuatro años de edad. —Ya les expliqué los dibujos y los escritos de su hijo, y creo que deben de tener más cuidado al hacer sus intimidades o por lo menos hacerlo en su habitación ya que todos los dibujos muestran... Pues la sala o la cocina. —frunció levemente el ceño, vaya problemas con los que tenía que lidiar. Con papás calenturientos.

—Lo sentimos mucho maestra... —Jarvis ni siquiera podía mirar a los ojos a la mujer.

—Hablaremos con él. —habló Howard un poco enojado.

La maestra no pasó los gestos de Howard por desapercibido. —Señores, debo decirles que la culpa no es de Tony, sino suya, él solo dibuja lo que ve lo cual es bastante común en los niños de su edad. —los miró seriamente. —Sean considerados con él y piensen más antes de llevar a cabo sus relaciones íntimas.

—Ha-hablaremos con él... —se disculpó Jarvis. —No volverá a pasar...

—No se preocupe... Nos encargaremos de esto. —Howard ya no sabía que decir ya que la maestra tenía razón, era su culpa por ser unos pervertidos.

—Eso espero, de lo contrario la escuela tendrá que tomar otras medidas para resolver el problema. —la maestra comentaba seria, no sólo para asutarlos sino para que dejaran de traumar al niño. —Y no querrán que eso suceda. —se levantó de su asiento a lo que los dos hombres imitaron el acto. —Eso es todo, gracias por venir y que pasen bonita tarde. —se despidió de los hombres.

—Igualmente, maestra... —Jarvis correspondió la despedida..

—Gracias por estar al pendiente de Tony. —se despidió Howard.

Salieron de la oficina, y posteriormente pasaron al patio por Tony que se encontraba jugando con un niño rubio, era tierno verlos jugar.

—Tones, es hora de irnos a casa. —Jarvis le avisó al niño.

—Ya voy. —Dijo Tony con una sonrisa. —Adiós, Steve. —se acercó al niño rubio y le tendió un beso en la mejilla.

—Adiós, Tony... —el rubio estaba ruborizado.

La escena de ese simple beso fue tierno pero Howard estaba un poco molesto de que alguien quisiera robarse a su bebé.

—Así que... Eso es consecuencia de nuestros actos... —Dijo Jarvis viendo como Tony caminaba hacia ellos.

—No dejaré que ese escuincle se robe a mí niño. —apretó los puños Howard.

A Través De Nuestros OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora