Prioridades VIII

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—¿Dónde han estado? —cuestionó la mujer. —Los he estado buscando, bueno, al menos creo que se trata de ustedes. —se encogió de hombros.

—¿De qué está hablando? —Jarvis vio directamente a la mujer. —Ah, por cierto soy Edwin Jarvis. —saludó cortésmente a la contraria. —Un placer, disculpenos por favor pero ahora estamos ocupados. —comenzó a desesperarse.

—Exacto, no tenemos tiempo para esto. —intervino Howard pero preguntarle no sería para menos. —De pura casualidad no ha visto a un niño de entre dos y tres años de edad, es castaño y es de piel color canela. —indicó Howard a la vez que hizo una seña con la mano para indicar la estatura de su hijo.

—Para eso los estaba buscando. —la mujer se acercó a los hombres. —Mi nombre es Sarah y creo que se les perdió un niño. —se cruzó de brazos pero la sonrisa no la perdía.

—¡Correcto! —Howard se emocionó, estaba aliviado de que su hijo estuviera bien. —¿Sabe dónde está?

—Nos sería de mucha ayuda, por favor. —Habló Jarvis con esperanza.

—Claro que sé dónde está su hijo, está jugando con mi hijo. —sonrió con dulzura de tan solo recordarlo. —Verán, su hijo caminó hacia donde mi familia y yo estábamos almorzando, nos preguntó si podíamos darle algo de comer para su papá porque estaba triste por tener hambre.

—Ah... —Howard sonrió nervioso. —Sí, dije algo como eso pero nunca le dije que fuera a buscarme comida. —se apenó.

—Aún así, esto no hubiera pasado si no le hubiera quitado los ojos de encima. —Jarvis se acercó en modo asesino hasta Howard.

—Pero ella ya nos dijo que está bien. —señaló a Sarah.

—Tony está bien, es un niño muy bueno y parece que se lleva bien con Steve, así se llama mi hijo por cierto. —frunció el ceño. —Lo que si puedo decirles es que los dos son un par de irresponsables, miren que dejar que un niño ande solo y no me interesa quién tuvo la culpa, su hijo es de los dos y por lo tanto ambos lo cuidan.

—Lo siento... —se disculpó Jarvis, sabía que tenía razón ya que debió vigilarlos pero de algún modo debía confiar en su esposo.

—¿Y tú quién te crees para hablarnos así? —Stark se enojó. —Sé que he cometido errores con mi hijo pero lo quiero y haría todo por él, es mi prioridad número uno.

—Que bueno qué pregunta. —Sarah sonrió con superioridad. —Trabajo para protección infantil.

—No se diga más, guardaré silencio por respeto. —dijo Howard apenado, sabía que meterse con ella sería fatal tanto para Jarvis como para él.

La mujer suspiró cansada. —Como sea, vayamos a donde está mi familia. —se dio media vuelta y empezó a caminar seguida por los dos hombres. —Su hijo es muy inteligente, cuando le pregunté cómo eran ustedes supo que contestar aunque primero Steve lo ayudó a calmarse.

A los dos papás se les partió el corazón. —¿Calmarse? —cuestionó Jarvis.

—Sí, porque acompañé a Tony a donde se suponía que estaría su papá pero al no encontrarlo solo pudo llorar hasta desmorecerse. —suspiró. —Es un niño después de todo.

—Soy un mal padre... —habló triste Howard.

—Escuche, no nacemos siendo padres es algo que vamos aprendiendo, así que solo procure esforzarse de aquí en adelante. —Sarah intentó animar a los dos hombres. —Y los obligaré a tomar la escuela para padres.

A Través De Nuestros OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora