A Través De Nuestros Ojos

Colibrí VIII

Howard llegó a toda prisa al hospital, entró corriendo a la recepción y con una increíble desesperación habló: —¡¿Dónde está mi familia?!

—Calmese por favor. —dijo la enfermera encargada de la recepción intentando calmar al Stark mayor. —¿Podría decirme los nombres de sus familiares?

—Mi esposo se llama Edwim Jarvis y el nombre de mi hijo es Anthony Stark. —Por Dios, quería golpear a la enfermera por su enorme lentitud al escribir en su computadora los nombres de los miembros de su familia.

La enfermera leyó lo que estaba escrito en la pantalla de su computador y posteriormente miró al desesperado Howard. —Su esposo fue llevado a emergencias y su hijo fue llevado a una cirugía de emergencia. —suspiró con tristeza. —No puedo darle más detalles hasta tener un informe, por el momento le pido que aguarde en la sala de espera y espere al doctor encargado de su caso.

—Está bien... —se dio media vuelta y se dirigió a la sala de espera, sabía que apresurar a la enfermera e insultarla no iba a hacer que los doctores hicieran más rápido su trabajo y temía que lo sacaran del lugar o lo sedaran. Quería estar ahí cuando sus amores despertaran.

Pero justo antes de llegar a la sala de espera salió del hospital dispuesto a hacer una llamada nada amistosa, sacó su teléfono y tecleó el número de su abogado personal, nadie sabía de su existencia solo conocían a los abogados de la familia pero el abogado personal de Howard Stark era desconocido para todos.

—¿Bueno? —contestó el abogado.

—Necesito que me investigues el accidente automovilístico que pasó en la calle de la escuela de mi hijo. —mencionó con una enorme seriedad.

—Entendido. —y finalmente ambos colgaron.

Stark necesitaba saber qué ocurrió antes de dar el siguiente movimiento ya que si pudo haber sido un accidente pero también creía todo lo contrario. —Debo regresar a la sala de espera...