Colibrí VII

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El día era completamente hermoso, el cielo estaba soleado y con unas nubes blancas y de apariencia esponjosa, las noticias por los medios de comunicación últimamente no estaban tan mal; un día perfecto dirían muchos.

Howard se encontraba en su oficina acomodando sus cosas en su maletín ya que iría a comer a la casa con su amada familia, pensaba en llevarlos al cine y por un helado después.

—Ahora que recuerdo, Tony quería un nuevo juguete... —sonrió. —Se lo voy a comprar como una sopresa.

Y con eso en mente, salió de su empresa, pasó a la juguetería, compró el juguete que quería Tony y salió rumbo a su hogar esperando pasar un buen rato con su familia.

Llegó a su casa, dejó sus cosas en su lugar y se sentó en el sofá a ver televisión mientras esperaba a sus dos amores. —Espero que Edwin nos deje a Tony y a mi comer mucho pastel de fresa con chocolate... —sonrió mentalmente de tan solo imaginar aquello.

Pasaron unos cuantos minutos cuando el teléfono de la casa sonó, Howard suspiró, se levantó de su asiento y caminó hacia el teléfono para contestar.

—¿Bueno? —contestó Howard y lo que escuchó a través de la vía telefónica lo dejó sin palabras y con un nudo en la garganta. —¿Q-qué? —se escuchó como el teléfono golpeaba el piso puesto que Stark dejó caer el teléfono.

A Través De Nuestros OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora