Ya pasaban de las ocho de la noche, Howard, Jarvis, Peggy y Fury conversaban tranquilamente en la sala. De vez en cuando Jarvis iba a revisar al pequeño Tony de dos años a su habitación, quería asegurarse de que su pequeño estuviera bien.
Pasaron los minutos e incluso varias horas cuando Tony llegó a la sala principal.
—Entonces tenía que comprar varias herramientas porque las otras ya no sirven. —se explicó Howard.
—Siempre le digo que cuide sus cosas. —regañó Jarvis.
—Te dije que que pensaras muy bien si querías casarte con él. —le dijo Peggy con una sonrisa burlona a Jarvis.
—¡Oye! —se quejó cruzándose de brazos.
—Quizá se casaron por la bendición. —se rio Fury. —Porque qué casualidad que llevan de casados un poco más de la edad de Tony. —bebió de su café. —Yo solo digo.
—Eso no es verdad. —Dijo Jarvis viendo directamente a Howard. —¿Cierto, Howard?
—Eh... Sí, por supuesto. —el pelicafé desvió la mirada notando por fin al niño jugando en la puerta de la sala con sus juguetes. —¿Tony, qué haces?
En ese momento todos voltearon a ver al pequeño y se sorprendieron ya que Tony tenía un peculiar gorro.
—Eso es... —dijo asombrada Peggy.
—Son unos degenerados... ¿Cómo rayos se les ocurre tener algo así al alcance de Tony? —Fury se llevó una mano a su rostro mientras negaba.
—¡No está a su alcance! —se avergonzó Jarvis, se puso de pie y de inmediato le quitó el gorro a Tony. —Esto estaba guardado en los cajones.
—Y de alguna forma lo sacó y lo usó de gorrito. —se encogió de hombros Howard restándole importancia al asunto. —¿Qué? ¿No me digan que nunca han visto una tanga de elefante? —bufó. —Aburridos... Excepto tu, Edwin, hay que usarla otra vez.
🤣Esto si pasó en realidad. 🤣
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A Través De Nuestros Ojos
Hayran KurguLas cosas podrían ser diferentes, las situaciones podrían ser distintas pero ambos sabían que estaban hechos el uno para el otro. ----- Así como podrían ser cortos también podrían ser historias más largas.