Colibrí V

375 78 5
                                    

Jarvis se quedó impactado, no reaccionaba solo veía a un punto fijo hasta que finalmente habló: —Es... Es una broma ¿Verdad? —sonrió con frialdad y nervios. —No juegues con eso... es de mal gusto. —tenía la leve esperanza de que fuera un juego, un sueño de mal gusto.

—Edwin... —Se levantó de su asiento intentando calmar a su esposo.

—Quiero ver a mi hijo... ¡¿Dónde está mi hijo?! —Finalmente Jarvis cayó en cuenta de todo solo que no quería creerlo. —Él no puede... ¡Por favor dime que es una mentira!

—Lo siento, Edwin... —Howard sentía una enorme impotencia. —No es una broma, nuestro hijo realmente falleció... Él está muerto...

En ese momento todo se volvió oscuro para la cabeza de Jarvis, su hijo estaba... No podía creerlo. Ya no podía abrazarlo, ya no podía jugar con él, ya no podía estar a su lado cuando lo necesitara, ya no podía decirle que lo amaba con todo su corazón. ¿Por qué Dios se lo tuvo que quitar? ¿Por qué no fue él el que murió?

—¿Edwin?

Y sin más, Jarvis no pudo evitar llorar como si no hubiera un mañana, no pudo evitar desmorecerse por la perdida de su hijo. Sintió como Howard se acercaba a él para abrazarlo y llorar silenciosamente junto a él.

En ese momento no importaba nada más que el desahogo por su enorme perdida.

A Través De Nuestros OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora