A Través De Nuestros Ojos

Te creo

—Asi qué... ¿Dónde estabas? —cuestionó Jarvis sentado en el sofá de la sala principal.

—Estaba trabajando... —suspiró Howard. —Ya sabes, lo de siempre.

—¿Lo de siempre? —Jarvis analizó al más bajo por unos segundos. —Ajá.

—¿Qué? —se sorprendió. —es la verdad.

—Su hijo lo ha estado esperando para que jueguen juntos. —dijo serio.

—¿Dónde está? —miró a sus alrededores.

—Mire la hora, ya es tarde. —se frustró. —ya está dormido desde hace horas.

—Ah...

—No me venga con eso de "Ah" —le regañó. —hagase respondable de la bendición.

Se rio nervioso Stark. —Lo siento, mañana pasaré el día con él.

—Eso espero. —cruzó los brazos y agudizó su mirada. —¿Qué trae en el cuello?

—Nada...

—...Es verano y está haciendo mucho calor para traer una camisa de cuello largo. —Jarvis le vio a los ojos.

—¡Está bien! —se desesperó. —Me picó un mosquito y me rasqué de más... —dijo avergozado.

—¿Ya ve? —sonrió el mayor. —No le costaba nada decir que se rascó de más.

—¿Me crees? —Howard se sorprendió. —Creí que no me creerías...

—Usted no sería capaz de engañarme ¿o sí?

—La verdad no... —sonrió con dulzura.