CAP. 01

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Es verano en la ruidosa ciudad de Seoul. Las calles invadidas de turistas, algunos sacando fotos, otros pidiendo indicaciones, mezclado con los lugareños que caminan con ropas ligeras y algunos con bebida fresca en mano para lidiar con las altas temperaturas, aportan a la ciudad una imagen pintoresca pero un tanto congestionada.
Jimin camina un tanto apurado, intentando no chocar con nadie en su recorrido. Estaba llegando tarde a su clase de danza y eso, para el joven de cabello rosado, era casi un pecado. Bailar era su cable a tierra, el motor para seguir vivo después de haber sufrido tantos maltratos a lo largo de su vida. Con solo 18 años, Jimin sentía que su vida había sido demasiado caótica y que su único momento de paz era la danza, aunque los últimos meses ni siquiera en la academia encontraba tranquilidad.
Su nuevo profesor lo estresaba un poco, mejor dicho, le daba terror. Estaba acostumbrado a su anterior docente, una mujer de unos cuarenta años, dulce y calma pero sumamente exigente, con un don para sacar lo mejor de sus alumnos y que puedan dar su mejor versión. Pero su nuevo docente era muy diferente a lo que el joven Jimin estaba acostumbrado. Con solo 24 años, Jung Hoseok tenía una extensa carrera en el mundo de la danza. En su momento de esplendor, había logrado ser uno de los mejores bailarines de Corea, con múltiples premios tanto en su país como en el mundo. Pero todo ese mundo perfecto donde Hoseok era conocido por su infaltable sonrisa y su carismática personalidad se desmoronó por completo hace poco menos de un año. Una lesión en la rodilla dio por finalizada la carrera del moreno, destruyendo sus sueños y alegrías muy pronto, quizás demasiado pronto.
Para no alejarse por completo de la danza, decidió aceptar un empleo como profesor en una de las academias mas prestigiosas de Seoul, donde él había dado sus primeros pasos en esta disciplina. Tenía a cargo al grupo mas avanzado del lugar, jóvenes con años de preparación, llenos de ilusiones y sueños por cumplir. Al enterarse que el mismísimo "J Hope", como era conocido artisticamente, sería su nuevo docente, los jóvenes enloquecieron de felicidad. Y Jimin no fue la excepción: era su mayor referente, su modelo a seguir. Se imaginaba una clase alegre, llena de música nueva y grandes consejos de su bailarín preferido. Pero los jóvenes chocaron con la realidad: la simpatía de Hoseok había desaparecido por completo, dando lugar a un joven mas callado, frío y un tanto cruel. Ya no quedaban rastros de aquel carismático joven que todos querían.
En su lugar, se encontraron con un profesor frío, distante, y un poco cruel. Sumamente exigente, no daba lugar a descansos ni a lágrimas. Si querían ser los mejores, debían trabajar como los mejores. Para Jimin en principio no era un problema: solía sobreexigirse en su entrenamiento personal. Pero a medida que las clases fueron avanzando, todo se volvió mas tortuoso y doloroso. Pero el joven de cabello rosado intentaba no perder la sonrisa en cada clase, aunque por dentro quisiera gritarle lo mucho que lo odiaba. Pero sabía que nada ganaba siendo negativo y prefería pensar que todo esto serviría para convertirlo en un gran profesional de la danza. Aunque muriera en el intento.
Jimin llegó un tanto agitado al estudio, sus mejillas habían tomado un color rosado intenso debido al calor que recorría su cuerpo. Se dirigió al vestuario, guardó rápidamente sus cosas en su casillero, se enjuagó la cara y volvió al estudio. Saludó a sus compañeros y comenzó con los ejercicios de pre calentamiento, indispensables para evitar lesiones. Evitaba a toda costa la mirada de su profesor, por miedo a que le dijera algo frente a todos. Hoseok no toleraba la impuntualidad y se lo hacia saber a todo aquel que se atreviera a llegar tarde. Y Jimin era muy tímido como para soportar semejante humillación. Sus manos temblaban de solo imaginarse al mayor gritándole frente a todos, con su voz gruesa y un tanto cruel. Jimin no sabía que era mejor si ocurría esa situación: romper en llanto o huir. No, no debía pensarlo tanto. Probablemente no se haya percatado del asunto.

- Park...le estoy hablando.

Jimin sintió un nudo en la garganta al oír su nombre. Dio media vuelta y su mirada chocó con la de Hoseok, que lo miraba fijo. Lo miró por unos segundos y eso bastó para que sus mejillas volvieran a enrojecer.

-Ocurre algo profesor?-preguntó con la voz temblorosa.

Hoseok suspiró un momento, sin dejar de mirarlo. El menor bajó la mirada avergonzado, esperando el reto de su profesor. 

-Toma mucha agua... la corrida debe haberte dado calor.

Era increíble, a Jung Hoseok no se le pasa ningún detalle. Siempre estaba atento a todo lo que ocurría a su alrededor, recordaba a cada alumno con su técnica, sabía cuales eran las fortalezas y cuales las debilidades en donde poner el foco para mejorar. Era un gran docente, eso era innegable. Pero pecaba de inhumano e intolerante. Marcaba mucho la distancia alumno-profesor y eso daba un ambiente tenso a la clase.
Jimin, al ser de los mas chicos del grupo, era uno de los que mas sufría esta distancia, ya que le daba vergüenza preguntar cualquier duda, por miedo a una mala contestación del mayor.
Jimin sentía una especie de amor/odio por él. Lo admiraba muchísimo y por ese motivo lo odiaba. Por no poder sacárselo de la cabeza, por querer que le preste atención, que lo aconseje y haga de él un mejor bailarín. Pero eso jamás pasaría.
Jungkook, su mejor amigo de toda la vida, le cuestionaba constantemente a Jimin si esa admiración no se estaba convirtiendo en algo mas, algo que permitía que el rosado aceptara ir a esas clases pese a sufrirlas tanto. El joven lo negaba rotundamente, ¿gustar de su profesor? Jamás. "Si al fin y al cabo, jamás se fijaría en mi" se repetía una y otra vez.

-...Park, me escuchaste?

Los pensamientos de Jimin fueron interrumpidos por el mayor, que lo miraba con algo de curiosidad, al igual que el resto de sus compañeros. Tenía una pequeña tendencia a dispersarse, a perderse en su imaginación, era su vía de escape. Pero era momento de bajar a tierra. El joven simplemente asintió y siguió con la rutina, aliviado porque mas que un reto, fue solo un comentario. El tono de Hoseok fue amable, era la primera vez en todos estos meses que se dirigía directamente a él, y no fue tan malo. Jimin dejó escapar una pequeña sonrisa, pensando lo lindo que sería volver a escuchar su nombre con la voz de aquel maravilloso bailarín.


Just Dance [HOPEMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora